MANUEL JESÚS CANEDA MONTIEL, un maestro de la pesca a mosca seca
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
Hace un montón de años que conozco a Manolo, que así me gusta llamarle. Fue en el antiguo Colegio de Huérfanos Ferroviarios de León, más conocido por CHEF, donde a comienzos de los años 90 el ayuntamiento había colocado a un buen número de asociaciones de la ciudad que no tenían dinero para alquilar un local. Fue un amigo
común, Juan Fernández Manso, “Juanito”, quien nos presentó en el local de AEMS Ríos con vida, asociación que presidía y donde se celebraban cursos de montajes de moscas para la pesca, entre otras actividades. Allí acudí con un operador de cámara de TV de León, la televisión por cable que acababa de nacer en la capital leonesa y donde dirigía y presentaba el programa semanal “Caza y Pesca”. En aquella ocasión, tanto a Juanito como a Manolo, les dediqué un programa completo, hablando de la pesca sin muerte, de AEMS y a la vez confeccionando moscas para la pesca. ¡Ya llovió desde entonces!
Manolo Caneda, después fue director de la revista de pesca “Dánica”.
Ha colaborado con otras publicaciones. Es monitor de pesca titulado por la Federación de Pesca y Casting de Castilla y León. Perteneció al Consejo Territorial de Pesca pero, sobre todo es pescador desde hace 50 años o más.
Fue en los años 70 cuando su propio padre y el abuelo materno le metieron el “gusanillo” de la pesca en el cuerpo. A los 10 años clavó su primera pintona en el río Luna, una señora trucha que casi le rompe la mano y el brazo pues dio en báscula más de un kilo de peso. ¡Vaya comienzo!
Pese a los comienzos con su progenitor, pronto comenzó a independizarse, a salir sólo al río y aunque su padre fue su maestro, lo cierto es que este “mosquero solitario” se convirtió en autodidacta de la pesca a mosca seca o cola de rata, algo que le fascinó desde siempre. Su río favorito para practicar fue el río Torío, río próximo a la capital leonesa, al que acudía a pescar, casi siempre en solitario, otras veces con Juanito. Así se hizo pescador de seca, a base de fijarse y de lanzar infinidad de veces. Un autodidacta.
Como “mosquero solitario” y amante de la cola de rata, el río Órbigo, el río de los mosqueros de medio mundo, es su gran río. Allí, en Santa Marina, en la zona del puente de Villamor de Órbigo, pude compartir una jornada de pesca con él, excelente, por muchos motivos.
Hace muchos años que conozco a éste ilustre de la pesca a mosca seca y maestro de la información de pesca aunque en pocas ocasiones es pescado a su lado. Eso sí, la primera no se me olvidará en la vida y fue en el río Órbigo, coto de Santa Marina con motivo del I Encuentro Internacional de Pesca al que acudieron informadores de pesca y naturaleza de toda España e incluso de Alemania, Japón, Italia y Francia, en el año 2005.
Acudir a una cita de este calibre no lo puede hacer cualquiera pero, celebrándose como se celebró en tierras leonesas no podíamos faltar los de León. Fue una auténtica pasada codearse pescando con lo mejor de la pesca en España y el extranjero pero, aparte de pescar, lo importante era aprender y en lo de la mosca seca era un principiante y, entre unos y otros me hicieron coger “la onda”, especialmente, MANUEL JESÚS CANEDA MONTIEL, a quien ya conocía de su trayectoria como empleado municipal y, especialmente, por mi estimado Juanito, que en gloria esté, y el grupo al que ambos pertenecían, AEMS Ríos con Vida como ya he apuntado.
De aquella jornada pescando en aguas del río Órbigo pescando a mano, Manolo por una orilla y yo por la otra, no olvidaré una mosca que había traído de tierras inglesas en uno de sus viajes para la revista Dánica, de la que era director.
El Órbigo bajaba algo escaso de agua y las ocas estaban florecidas. El agua discurría por canillos y de las ocas salían las truchas ávidas, veloces y con rabia para tomar nuestros engaños. Fue una auténtica gozada.
Estimado Manolo, por derecho propio estás entre “mis amigos de la pesca” y aunque hemos coincidido en algún otro evento como El Máster de Campeones de Cantabria que organizada el estimado, Zapa, nunca podré olvidar aquella jornada de pesca en tú compañía.
Primero, por estar con un maestro a quien tenía pescando el Órbigo en la orilla contraria. Los dos acudimos juntos a pescar el tramo en unas Jornadas Internacionales de Pesca que se celebraban en León. La verdad es que disfrutamos pescando y soltando pintonas. Fue uno de los mejores días de pesca de mi vida y tuve la suerte de compartirlo con él.
Segundo, por tener a Manuel Jesús Caneda Montiel como compañero de pesca y maestro. Esto sí que fue un lujo. No muchos pescadores tienen ese honor.
Tercero,
porque aprendí a lanzar de forma sencilla la mosca, fijándome en como lo hacía
él y, por último, porque hicimos tantas fotos y tan hermosas, que las guardo
como “oro en paño”. El me las hacía a mí y yo a él. Una magnífica colección,
algunas realmente maravillosas porque el Órbigo nos ofreció lo mejor de su
vientre y porque las ocas estaban florecidas y cubrían buena parte del caudal y
el día tenía una luz especial.
Para Manolo Caneda, la pesca es algo íntimo, de ahí que haya tenido pocos compañeros junto al río. Pese a ello, se le admira y quiere en todos los ámbitos de este mundillo. Tiene una personalidad muy marcada, muy singular, tan singular que le confiere un halo de rareza que hace que los pescadores se distancien.
Por el contrario, Manolo es agradable, servicial, compañero y justo, tan justo que esa es su máxima e ilusión, que la justicia llegue a todos para vivir en paz en este país.
¡Qué ganas tengo de volver a encontrarme contigo, estimado Caneda, un día más en el Órbigo pescando esos cabeceros rápidos que tanto te gustan y donde disfrutamos a tope…!
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