Los
furtivos te van ofreciendo UN SALMÓN por la calle a “un módico precio” en plena
temporada
Algo
tiene que cambiar, sobre todo la mentalidad de “matarifes”, y reconducir la
pesca hacia “el captura y suelta” y el
turismo, controlando la contaminación, cormorán…
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
Estoy convencido que mis “amigos asturianos” me perdonarán por el titular “Asturias un
paraíso para la pesca venido a menos” cuando el eslogan por el que conocen a
esta tierra es “Paraíso Natural” y es que muchas de las cosas que voy a incluir
en este reportaje son todo menos un paraíso. No me resisto a callar lo que
llevo dentro.
Efectivamente,
Asturias es un paraíso natural porque la madre naturaleza así nos lo ha
regalado pero, Asturias, como muchas otras regiones o comunidades, va perdiendo
a pasos agigantados gran parte de su encanto a causa del mal trato a la que es
sometida.
Por
mucho eslogan, por mucha publicidad, mientras que no se conciencien los
asturianos de lo que tienen todavía hoy, mal estaremos dentro de unos años, no muy
lejanos.
Allá
donde el ser humano llega, y hoy llega a todas partes, LO DESTROZA TODO.
No
es sólo cuestión de erosiones por la climatología o los desastres naturales,
que también, si no que en pleno siglo XXI lo menos que nos preocupa a todos es
“el paraíso natural”, porque a diario “la estamos cagando”.
La
temporada pasada volví al Cares a pescar en sus aguas y lo hice en doble
jornada, incluyendo un pase por el Sella.
LA
RUTA DEL CARES
Había
realizado la ruta del Cares, desde tierras leonesas, allá por los años 70.
Volví en los 80, los 90 y por última vez en el 2012. El deterioro de la ruta es
SALVAJE. De pena.
Desde
la primera vez que hice la ruta del Cares a hoy, existen más de 45 años. En aquella
excursión de montañeros, dormimos en Oseja de Sajambre. Recuerdo que sólo
teníamos luz eléctrica hasta las 10 de la noche (22 horas), porque en ese momento
se apagaba el generador. Madrugando a la mañana siguiente, el autobús nos llevó
hasta el puerto de Panderrueda.

Allí nos dejó mientras continuaba hacía Poncebos, donde nos recogería por la tarde.
Bajamos por un camino o sendero de pastores y montañeros, cargados con nuestras
mochilas. El paraje era único. Por medio, arboledas inmensas, praderías verdes
hermosas, la ermita de Corona, Caldevilla, Soto y por fin, Posada de Valdeón.
No teníamos tiempo para nada porque queríamos llegar a Caín a la hora de comer.
Los Llanos, Cordiñanes, visita al Chorco de los lobos y al fondo Caín donde
había que llegar. Llegamos más que cansados, lo siguiente. No existían bares
por lo que teníamos que llamar en las casas particulares para que nos diesen de
comer y beber pagando, claro. Cominos sentados en el porche de una de ellas,
los cinco o seis que componíamos mi grupo. No se me olvidará en la vida, comí
las alubias pintas más ricas de mi vida, con pan de hogaza casera. Fue todo, no
había más. Quedamos “como reyes” después de la caminata que nos habíamos metido
para el cuerpo pero, aún quedaba “la mayor”, EL DESFILADERO. Qué les voy a contar si antes de llegar a él,
quedamos prendados con las aguas que se vertían por la parte derecha que parecía
una fuente. Y es que lo era pero natural.
Lo
del desfiladero hasta Poncebos fue un éxtasis total. El sendero era mínimo por
tramos. El vértigo y la grandiosidad de las profundidades con las aguas azules,
eran el reflejo fiel de las cumbres que nos rodeaban y el cielo azul despejado
que nos cubría.
En
el tramo final, a falta de seis kilómetros, más o menos para Poncebos, estábamos
reventados. En un puentecillo de madera, tras cruzarlo, dejamos las mochilas.
Nos quitamos las botas Chiruca, los calcetines y nos metimos a refrescar los
pies. Después, refrescamos el resto. ¡Qué delicia! Por cierto, hasta bebimos
del agua del arroyo y no pasó nada.
Y,
¿por qué les cuento esta historia?
Muy
sencillo, para demostrar que Asturias era, de verdad, UN PARAÍSO NATURAL. Ahora
la estamos destrozado.
Volví
a hacer la ruta del Cares en el 2012, por aquello del nuevo siglo y me prometí
no volver más. De momento, lo he cumplido porque no he vuelto a la ruta que,
más que ruta es UNA ROMERÍA CONSTANTE. Se ha destrozado todo el encanto que
tenía y, me imagino, que ahora, 19 años después, aún estará peor.
A
Caín no se llegaba con coche, ahora, casi se hace toda la ruta en él.
Ese
es el sino, todo lo que tocamos los humano, lo fastidiamos.
LO
MISMO OCURRE CON LA PESCA
Lo
mismo está ocurriendo con nuestros ríos. En su vientre, pese a las
repoblaciones, cada vez hay menos peces y, encima, no quejamos. ¿De qué? Ese
año me volví de Canarias, fui a pescar tres veces al Espinareu, zona libre, y
el primer día me llevé 5 truchinas a la mano. La segunda vez, una y en la
tercera hice UN BOLO.
Es
lamentable que algunos salgan al río a diario a por “carne” y si el cupo está
en 6 truchas, se llevan tres cupos. Total no pasa nada. Así están los ríos que,
al mes, no tienen truchas, pese a las repoblaciones. No quiero hablar de los
tamaños.
¿Qué
es lo que estamos haciendo con este PARAÍSO PARA LA PESCA?
Ojo,
sólo he mencionado la trucha porque si hablo del reo o del salmón…¡Dios mío…!
Están más perseguidos todavía. No los dejan ni respirar y eso que ya resulta
difícil, porque hasta las aguas bajan mal. Todos saben que muchos ribereños y
otros, viven del salmón, pese a que esté prohibido venderlos. LAMENTABLE. Hay
“controladores” en todos los pueblos pero, NADIE HACE NADA. Cada salmón que
sube, ya tiene “nombre y apellidos”, esos “controladores” saben dónde “pacen y
duermen”. UNA PENA. Nadie hace nada, ni el SEPRONA y eso que algunos FURTIVOS
te van ofreciendo por la calle un salmón a “un módico precio”. Así está el
salmón en declive y riesgo de desaparición total.
Con
todo esto, me pregunto, ¿de verdad Asturias es paraíso de algo?
EL
CARES CADA VEZ MÁS CONTAMINADO
Afortunadamente,
Asturias, todavía, es PARAÍSO NATURAL, pero cada día menos. Por eso conmino a
todos, especialmente a los pescadores, para que respeten la naturaleza y, en
este caso la pesca. No vale todo con tal de llevarse pescado para casa, para
eso están las PESCADERÍAS.
Apunto
que afortunadamente, Asturias, todavía, es paraíso natural, porque nos quedan
muchos rincones que aún no hemos destrozado, aunque casi.
Ahí
está el Cares, pese a los botes de Coca Cola, cerveza de todas las marcas,
plásticos, hierros, ruedas y demás
porquerías que se tiran a él. Por un lado están los domingueros, por otro, los
propios pescadores y, por último, la industria, colectores, vaquerías…que todo
lo envían a sus aguas.
Pese
a todo ello, he tenido la oportunidad de pescar en El Seu y puedo dar fe de que
todavía está bien en cuanto a limpieza de orillas se refiere. Un poco más abajo, el CARES/DEVA ya es otro
cantar, en Panes, sin ir más lejos.
Del
lugar encantado con el que me encontré a primera hora de la mañana pescando,
con el trinar los pájaros y el susurro del vientecillo, más el chasquido de
unas aguas finas y transparentes que cuando cogen profundidad son de un
verde-azul turquesa, pasamos a un puente nuevo, el de Panes. Una gran
infraestructura.
Desde
el puente, observando la belleza natural del lugar, aguas arriba y abajo, nos
encontramos de todo. Por un lado la contaminación. Por el otro, el negocio de
las piraguas y barcazas que lo menos que respetan es al río y al pescador. El
negocio es el negocio.
El
Cares es una maravilla de la naturaleza que ya está siendo exterminado por los
humanos. Hay que defender éste y todos los reductos que aún nos quedan en
Asturias para que nuestros hijos, nietos y bisnietos puedan conocerlos, al
menos, como lo hemos conocido nosotros, digo.
El
Cares tiene pesca pero, cada vez menos y al paso que vamos, llevándonos todo
“lo que se menea”, en poco tiempo nos quedaremos sin nada y más si no utilizamos los contendores que
“haberlos, haylos” en todas las localidades, ¿tanto nos cuesta depositar allí
las basuras?