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Eduardo con un buen reo y la felicidad en la cara |
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Juan Fernández Manso (dep) |
Ocurrió
a finales de los 80’
HISTORIA
de mi primera jornada de pesca de REO en Asturias…
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Rilo |
La
pesca del “príncipe del río” y el olor a “perros muertos”…
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
“La
reomanía” decía nuestro estimado “filandonero francés” y maestro de la
literatura sobre pesca, GUY ROQUES, es una “enfermedad” de la que no te
librarás nunca.
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Lucía y Guy Roques |
Así lo certificaba cada verano su esposa, LUCÍA, cuando se
quedaba día tras día sola en el camping hasta altas horas de la noche,
esperando a que llegase su esposo de pescar por el Cares o el Sella.
A
Guy, que ya nos visitaba por los años 80 época en la que le conocí en el
camping de Riaño, sin que supiera quien era yo. Bueno camping es un decir
porque se trataba de una
pradera junto al río donde de forma libre cada uno
“aparcaba” su roulotte o tienda de campaña donde podía. Se estaba en plena
naturaleza y la amistad lo era todo. Existía armonía, vecindad y juerga sana
diaria, aunque más de una vez con las queimadas había que llegar a “gatas”
hasta la tienda de campaña. A Guy, decía, le atacó “la reomanía” de tal forma
que terminó siendo un “enfermo de verdad” intentando pescar éste pez.
Esta "reomanía" he podido comprobarla en mi propia persona y en cuantos pescadores
conozco que hayan probado ésta pesca y tener la fortuna de haber pescado uno de
estos “príncipes del río”.
LA
HISTORIA DE MI PRIMERA JORNADA DE PESCA DEL REO EN ASTURIAS A FINALES DE LOS
80’
La
historia que les voy a contar la vivimos tres pescadores noveles, primerizos en
esto del REO, quienes un día en tierras leonesas decidimos acercarnos a tierras
asturianas a pescar este pez.
Había
que participar en un sorteo de cotos por lo que, primero, había que cubrir una
solicitud para entrar en el sorteo. En la carta tenían que figurar TRES
pescadores por lo que antes había que sacar la licencia de pesca de Asturias.
Después
de hablar con varios expertos pescadores que ya habían probado fortuna con EL
REO y
sentir la emoción con la que nos contaban sus experiencias, decidimos
entrar en dicho sorteo de cotos.
Mi
estimado, Juanito Manso me comentó que tenía un amigo dueño de una relojería en
el centro de la ciudad de León, "Rilo", que ya había acudido a pescar el reo a
Asturias y que nos podría completar la terna, además servir de guía.
Lo
preparamos todo y con tan buena suerte que hasta tuvimos un gran número a la
hora de elegir cotos del reo en Asturias. Manolo Caneda, compañero en AEMS de Juanito, nos ayudó a elegir los cotos como buen
conocedor de ellos y de éste tipo de pesca. Nos aconsejó elegir los cotos de
ARENAS Y
CARBAJAL, ambos en el río Narcea. Los elegimos para un sábado y
domingo, así acudiríamos a pescarlos sin tener que desplazarnos ida y vuelta
dos días a León.
Como
disponía de una tienda de campaña de cuatro plazas con “avancé” decidimos utilizarla
y es que entonces existía la acampada libre y pocos cuartos para ir de hotel o
pensión.
Por
si todo no había quedado claro con las indicaciones de CANEDA, pregunté a mi
estimado JOSÉ Mª TAGARRO, experto donde los hubiese y con familia en Asturias
donde, además, acudía anualmente a pescar reo y salmón, especialmente. La
elección según éste había sido de lo mejor. Por si acaso para comer en
Cornellana,
Tagarro me habló de un bar frente a la gasolinera, dándome el
nombre del propietario que era buen amigo suyo. Allí fuimos los dos días a
comer y cenar, además de a dejar en el arcón nuestras pescatas que “haberlas
hubolas” pero, antes hay que contar lo que ocurrió una vez que el dueño de una
finca nos dejase acampar en un prado junto a una plantación de maíz.
Una
vez instalamos la tienda de campaña en la margen del prado que daba al río
Narcea, en el “avancé” de la tienda dejamos las bolsas de viaje, mientras en el
interior dejamos colocados los colchones de aire o colchonetas donde dormir.
Instalado el campamento, nos fuimos a Cornellana a tomar algo y comer.
Nos
presentamos en el bar frente a la gasolinera y preguntamos por el dueño
diciéndole que acudíamos de parte de Tagarro. Nos atendió de maravilla y,
conocedor de cómo somos los pescadores, nos ofreció su arcón congelador para
guardar las piezas en caso de conseguirlas porque decía que había entrado poco
REO.
Después
de comer, nos dirigimos nuevamente al prado donde habíamos dejado montada la
tienda de campaña. Al abrir el avancé comprobamos un fuerte olor a putrefacto
pero con la apertura y recogida de la puerta lateral nos pareció que el mismo
se había alejado de allí. Así y todo, nos preguntábamos si no sería el estar
cerca de la ganadería y en medio de una pradera junto al maizal al que
posiblemente habían sulfatado o abonado.
Preparamos
las cañas de pesca y nos acercamos al primer coto, CARBAJAL. Estuvimos
observando la zona y comprobando la vida de sus aguas. Nos gustó mucho lo que
vimos.
Nos
dividimos el tramo por zonas y comenzamos a pescar mientras el cielo se
“encapotaba” presagiando tormenta. Así fue. En menos de media hora la tormenta
se colocó encima de nosotros que “acojonados”, decidimos dejar las cañas a un
lado y meternos en el coche.
Los
“redobles” y fogonazos en el cielo presagiaban que la suerte conseguida en el
sorteo de cotos nos lo estaba estropeando San Pedro.
Cuando
la tormenta pasó y ya se había hecho casi de noche, volvimos a la faena
comprobando cada uno el “hervidero” que había en las aguas del Narcea. Juanito
pescaba con Rilo a mosca seca. Yo, a mosquito ahogado o pesca a la leonesa, eso
sí por recomendación sólo con tres moscas y sin rastro.
Fue
un bautizo en la pesca del REO increíble. Juanito se presentó con 17 peces
hermosos que no cogían en la cesta. Rilo no había tenido suerte y presentó una
tarjeta de CERO ejemplares y eso que era el experto. Afortunadamente, en mi
cesta tenía ocho hermosos ejemplares de REO y no pude sacar más porque me
llevaron la cuerda y de noche no era cuestión de volver a montar otra. Fui
conformista pensando en el día siguiente que teníamos ARENAS, coto que
apuntaban era mucho mejor.
Cuando
llegamos a Cornellana a cenar al bar y dejar los peces, el dueño no daba
crédito a lo que estaba viendo. Nos felicitó asegurando que hacía años que no
veía una pescada como la que le presentamos.
De
vuelta al campamento con el estómago lleno y la satisfacción de la buena pesca
en el cuerpo, al abrir la tienda volvemos a comprobar el “olor asqueroso”
existente. Huele a “perros muertos”, dije,
expresión que mi padre me había inculcado cuando algo olía mal.
Comprobamos
a que no hubiese algún animal muerto cerca y a la luz de la luna y las
linternas comprobamos que no. Fue de vuelta a la tienda cuando pudimos
comprobar que el olor provenía de la bolsa de Rilo. Le mandamos abrirla y
efectivamente el olor provenía de su bolsa de deporte donde tenía ropa y
utensilios de pesca.
Pensamos
que quizás se había olvidado algún pez muerto en otra jornada anterior de pesca
y tras comprobar sacándolo todo. Llegamos a la conclusión de que “el olor a
perros muertos” era cierto. Rilo y esposa se dedicaban a la cría de perros en
su casa-chalet y todo lo que allí llevaba olía como olía. Al pobre Rilo, si
quería dormir con nosotros en la tienda, le hicimos bañarse en el río Narcea a
la luz de la luna y le obligamos a dejar fuera de la tienda de campaña su bolsa
de deporte.
Al
día siguiente, en ARENAS, conseguimos algo parecido pero con mejores “olores” y
un salmón pinchado por parte de Juanito que casi nos cuesta un disgusto. Menos
mal que se soltó poco antes de llegar la guardería.
En
el cómputo de la segunda jornada de pesca, Juanito volvió a ser el mejor
presentando una “tarjeta de 14 peces”, uno de dos kilos; yo, con 5 reos hice un
segundo puesto y Rilo, el experto, por fin había conseguido un reo y le tuvimos
que ayudar a sacarlo porque no podía con él, y no porque fuese el mayor de los
peces conseguidos, sino porque lo había trabado por la barriga y casi le lleva
la caña, y a él, río abajo.