LIBROS PUBLICADOS POR Eduardo García Carmona

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lunes, 11 de octubre de 2021

Adiós a la temporada truchera con PESCALEÓN…


EDS de Villomar, río Esla (León

Álvaro Lombas

Pocas capturas, mucha amistad y buenas viandas

Desde el azud de Villomar se ven truchas enormes

No hubo limpieza de márgenes y "un campeón" se negó a dejar pescar a Álvaro en la única zona donde podía practicar

 

Texto y fotos: Eduardo García Carmona

 

La llegada a La Montaña

Existían muchísimas ganas de volver a vernos después de la pandemia del COVID que nos mantuvo a todos alejados durante 19 meses largos, largos.

Por fin llegó el momento, el pasado domingo, con un puente del Pilar por medio. Quizás por eso fuimos pocos a la cita (12+1) pero suficientes para pasar una jornada de amistad que se demostró con el cariño demostrado en la primera

Josines y su hijo saludan a Javi Cid

parada que fue en La Montaña de Puente Villarente. Algunos, como Josines que llegó con su hijo desde La Bañeza que se desplazó sólo para que su padre convaleciente, disfrutase con sus amigos de Pescaleón. Gran detalle como el de José siempre con su hijo Álvaro como “fiel lazarillo”. Faltaron muchos a la cita pero todos estuvieron “presentes” de una u otra forma porque los que acudimos los tuvimos a nuestro lado con anécdotas o, simplemente, recordatorios.


EDS VILLOMAR

La expedición partió hacia el azud y zona de recreo de Villomar lugar elegido para la quedada.

Había algún coche y algunos curiosos a los que nos sumamos los de Pescaleón.

El acontecimiento era ver los enormes truchones que se ven en la tabla por encima y debajo del puente del azud de

En el azud de Villomar extasiados con las truchas

revisión de agua. Impresionante. Truchas de kilo, de dos e incluso de tres y a las 11 de la mañana “boqueando” por encima del agua tomando alimento. Pudimos comprobar que se tiraban a todo lo que se “menaba” piedra, palo o papel.

Después, llegó la jornada de pesca porque a la zona suelen llegar muchos pescadores, más al final de la temporada después de comprobado que desde que se


cortó el agua para el riego las capturas fueron abundantes justo a la inversa que la cantidad de agua porque el río Esla baja con escaso caudal, comparado con hace un par de meses.

La mayoría, salvo cinco, tenían para pescar el EDS de Villomar, el resto, entre los que me encontraba, fuimos a la zona libre donde ya se nos había adelanto un grupo de mosqueros.


Por el camino vimos dos hermosos ejemplares de corzos pastar con total tranquilidad en una pradera junto a la chopera. Comida y agua no les faltaba.

Después de elegir la zona de pesca, José Luis y yo, decidimos pescar “un rato” a la leonesa aunque me quedé sólo ya que a Méndez no le dejaba accionar su pierna izquierda después de una caminata el día anterior de más de 20 kilómetros.


Viendo que el grupo que habíamos dejado a uno 500 metros por debajo se habían dividido para “arriba y para abajo” de la zona donde habían dejado sus coches, decidí pescar en las únicas aguas con movilidad y con dos corrientes que se formaban con la caída del pequeño muro que desaguaba sobre una zona de rocas.


Después de lanzar cuatro o cinco varadas y sacar un par de truchas pequeñas a un barón rojo y otro de idénticas características pero con cuerpo negro de pluma de buitre verdosa y otro de faisán negro, apareció por medio del río subiendo, uno de los pescadores que habíamos dejado por debajo. Como buen pescador, respetó el sitio en el que estaba pescando yo y cruzando pescó la tabla de enfrente, subiendo posteriormente el muro y realizando la acción de pesca por encima en la tablona que existe.

Mientras yo continuaba con otras truchitas, él a mosca seca pude comprobar que había pillado un buen ejemplar al que trabajó durante varios minutos gozando de los tirones. Sinceramente, sentí envidia sana pero mi caña de seca la tenía en el


coche y no había querido montarla porque se trataba de  gozar un par de horas para despedir la temporada y preferí “la leonesa” con tres moscas: las dos mencionadas anteriormente, más de saltona “la Charli”.

Decidí cruzar el río para pescar el otro brazo de agua pudiendo comprobar que sólo salían pequeñas. Observé un rato el agua de la otra caída y algo me decía que era la hora de sacar algo bueno. Pasadas las 13,40 horas siento que un enorme pez me había hundido una de mis moscas secas, junto a la boya. Era el primer buen ejemplar, de unos 700 gramos que había tomado la mosca con ganas a la salida de la corriente. Los tirones eran


fuertes y la trucha estaba poderosa. Conseguí orillarla evitando enredos en las ocas y llegó a la sacadera. Poco después, la segunda a un marrón con cuerpo marrón de pluma de faisán y paquete alar verdoso, o anillado formado por detrás de una pluma pardo encendido. También fue un buen ejemplar.

Desde ese momento y hasta las 15 horas que dejé de pescar, otras diez o doce “truchinas” de no más de doce o catorce centímetros pero poderosas y hermosas.


Dos videos grabados
con mis capturas, los he incluido en Facebok e Instragran.

Lo peor del EDS de Villomar, según quienes lo pescaron, que no existen zonas para que pueden pescar las personas con dificultades motoras o físicas y para un lugar donde con la silla de ruedas Álvaro podía pescar apareció un  pescador de "élite", de esos que son campeones y se negó a dejar el lugar para que "nuestro


niño" pudiese practicar la pesca en unos lances, no más. Así son "algunos campeones" del que no me quisieron dar el nombre porque le hubiese denunciado aquí y allá, aunque no sirviese para nada.

LA COMIDA

Habíamos quedado a las 15,30 en comer en el área recreativa de Villomar y allí estábamos. Fuimos los últimos en llegar, mi compañero y yo,  y la mesa estaba montada con las viandas que había aportado cada una. Mesa sin mantel, a la antigua usanza, donde o faltaron tortillas varias, chorizo de León “diferentes razas” y picantillos, empanadas varias, una que llevó Agustín con guindillas (piparras) que estaba deliciosa pero que te hacía beber; también, queso de La Peral llegado desde Asturias que era manteca pura y otro, también de La Peral, pero de cueva y más curado que estaba exquisito.


Faltaba el café y los dulces.

Apreció, Javi Reyero con un paquete de confitería y allí teníamos “las golosinas”…¡casi nada!

El café lo puso Benito, el orujo con miel, José y la sobremesa se estiró, se prolongó varias docenas de minutos, por lo menos.


Después, cada uno para su casa con el regusto de una jornada feliz en todo, menos en capturas porque pescar, SI QUE PESCAMOS.

Y la próxima vez, nos encontraremos en el lago de Jabares, seguro que seremos muchos más.

Benito con su café

Gracias presi, Rubén y gracias al resto de los asistentes: Javi Cid, Javi Cuenyas, Josines, Jose y Álvaro, Agustín, Benito, Freire, José Luis, Carmona…

Y el frío matinal se convirtió en calor de verano, el calor de la amistad con PESCALEÓN.

Álvaro y su padre, Jose muestran el "orujo especial de miel".

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