COSAS DE EDUARDO FONTELA “EDU”…
Trabajar
en la banca y salir a pescar lo era todo para mí pero, me quedé sin cucharillas
y tuve que utilizar algún “retal”
oxidado
Mi
primera gran trucha, 58 centímetros, la
saqué a la carretera dando gritos
Eladio,
El Loro, “la miñoca” y el río Espasante
Texto
y fotos: Eduardo Fontela López y E.G.C.
En alguna ocasión, varias, he escrito sobre los carretes de bobina escondida, llámese Abu o llámese Luxor Contact, o Crack Contact, siempre por consejo de un “personaje gallego”, único donde los haya. Es natural de la localidad de Ortigueira, que siempre lleva consigo como estandarte y es el creador de una de las cucharillas más prestigiosas en su tierra, y más conocida en España y el extranjero, CUCHARILLAS EDU.
Él
es tan “genuino como as gaitas” que dirían en su tierra. Se trata de Eduardo Fontela López, a quien traemos a PESCARMONA para
hablar de pesca y de su vida como pescador de truchas a una modalidad “DESPRECIADA”
en la actualidad quizás por ser de las efectivas a la hora de conseguir piezas
en el río. Se Trata de la pesca a cucharilla que ha sido desplazada primero,
por la pesca a mosquito ahogado, o pesca a la leonesa. Después, por la mosca
seca o pesca a cola de rata.
Tanto
un arte como el otro son dignos de admiración pero no lo es menos la pesca a
CUCHARILA porque no todo el mundo conoce las ventajas de pescar con éste arte
al que “despreciándolo” lo llaman pesca AL HIERRO, como si se tratase de arte
menor cuando es todo lo contrario.
Conociendo que LA PESCA A CUCHARILLA cada día está más denostada y es un ARTE de pesca, con mayúsculas, que no todos saben utilizar correctamente es por lo que le vamos a dedicar al creador de CUCHARILLAS EDU una serie de RELATOS contados por él mismo.
Hoy
en día parece que quien no pesca a NINFA o con caña de sedal pesado “no es
pescador”, cuando más del 90% de los pescadores han pescado en alguna ocasión a
CEBO o a CUCHARILLA.
“Al
César lo que es del César y a la pesca a CUCHARILLA, lo que es suyo”
Bajo
el título de "COSAS DE EDUARDO FONTELA” cada dos semanas o, posiblemente, cada semana,
iremos ofreciéndoles algunos de sus más antiguas relatos.
MI PRIMERA GRAN TRUCHA DE 58 CENTÍMETROS (por Eduardo Fontela)
Hoy
he coincido en un evento con un amigo y colega de la pesca.
Me
comenta que no sabe cómo interpretar
esta reunión, si es morriña,
recordando los ríos que en su
juventud frecuentaba para disimular su falta de liquidad en su familia,
añoranza, por no poder hacerlo ahora, disgustado con los pescadores,
directivos, los cuales nunca se preocupan por hacer las mejoras que
necesitan los ríos, para estos es
mejor echar la culpa a los
políticos, asqueado, decepcionado,
aburrido con los políticos que pueden hacer y no hacen y si hacen algo en
nombrar a sus amigos para regentar el tema de la pesca y resulta que algunos de
ellos jamás fueron a pescar ni hablar con los ribereños para enterarse de algo
y poder escapar de las criticas
despectivas que reciben a diario por gente capacitada en la pesca.
Estando de botones en banco pastor cobraba 1.500 pesetas, este dinero lo distribuían mis padres, pues tenían que pagar 800 pesetas por el préstamo de la casa que habían comprado ellos que era donde vivíamos. Al no poder contar con dinero, me empecé aficionar a la pesca. Tenía una moto que era del banco y estaba a mi nombre, pudiendo utilizarla a mi capricho.
Antiguamente
el trabajar en el banco era sinónimo de algo que no era verdad, pues había muchos
compañeros, incluyéndome a mí que no
sabíamos nada de nada. Entrábamos a trabajar
por recomendación o enchufe que
se dice ahora.
Empecé a pescar con un apoderado que se llamaba Eladio. El primer día de pesca de mi vida, Eladio estaba tan cansado de sacar las cucharillas de los árboles que me dice todo enfadado: “baja al puente antes de llegar al mar y lanza en el pozo y ahí practica hasta que llegue yo”.
Hice
lo que me mandó y como había perdido muchas
cucharillas y no que quedaban nada más que “retales”, decidí pescar con una
cucharilla negra, toda oxidada la cual
si la perdía no tendría tanta pena,
había sido utilizada en el mar mi padre, de ahí su negrura debido
a óxido y los años. Curioso, oxidada y con mal aspecto y éxito increíble.
Todas a cucharilla EDU
El
primer lance que efectué, veo una culebra negra muy grande detrás de la
cucharilla, en ese momento con el susto, el miedo, solo pensé en salvar la
cucharilla y largarme. Al querer retirar la cucharilla del agua hacia la
pradera, la culebra viene detrás de la cucharilla. El agua estaba a nivel de la
pradera. Comencé a gritar y no sin saber cómo lo hice pero, miro y veo que es una
trucha muy grande, muy grande. A patadas la fui llevando más arriba hacia la
carretera y en ese momento estaban paseando algunos matrimonios. Al hacer
exclamaciones y aspavientos, empezaron a parar los coches y se llenó el puente
de personal. Gritaban la ha cogió ese chaval.
Cuando bajó Eladio dice algo feo y comenta después: “yo trabajando el río toda la tarde y nada. Llegas tú y a la primera, consigues un truchón”.
Fuimos
a su casa, la medimos y luego la pesamos. Medía 58 centímetros de largo y solo
pesaba 850 gramos. Contrariado me desplacé al cine y allí trabajaba “El Loro”
que era muy amigo de mi padre que me orientaba en la pesca. Al comentar lo del
peso me dijo: “muchos pescadores fuimos
detrás de ella y no logramos sacarla y tú, un novato, vas y lo haces. Puedes
estar contento. Sobre el poco peso es normal porque acaba de desovar”.
COMIENZOS A MIÑOCA EN EL RÍO ESPASANTE
Empecé
a pescar a la “miñoca”, pues me decían
que era lo mejor de lo mejor, pues las
truchas comían a diario las “miñocas” que arrastraba la corriente y mucho
más cuando los ríos iban tomados. Se comentaba que los primeros meses de
la pesca, motivado a que lo ríos iban llenos, éste era el mejor cebo.
Estando en el RIO DE ESPASANTE, pueblo donde comencé a trabajar profesionalmente, hay un puente en la aldea donde empecé mis primeros pasos por los ríos.
Llevaba varios días intentando sacar alguna trucha aunque estuviese enferma o despistada pero, unas estaban sanas y, otras, tenían “el bachillerato” pero, no pescaba ninguna, ni por consideración. Ahí que aparece Abel, el hijo de
Servando, con el que tenía mucha amistad. El hijo me dice con mucha coña: “tú en el banco serás muy bueno pero, aquí en el río no tienes ni idea y soltó un taco un poco feo”. Le pregunto, ¿por qué me dice esto?
Y contesta con mucha guasa, “pero si hace un
par de meses que tienes la trucha clavada”
Le
pregunto, ¿por qué lo sabe?
Contestando
con la sorna de los gallegos, “pero no ves que el nylon esta tenso”.
Tiro
de la caña y traigo una buena trucha.
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