LIBROS PUBLICADOS POR Eduardo García Carmona

LIBROS PUBLICADOS POR Eduardo García Carmona
Pídelos por Internet

viernes, 11 de julio de 2025

Mis amigos de la pesca, RAMÓN FERNÁNDEZ VIDAL, guarda de los cotos de pesca del Sil y Selmo, en El Bierzo…



RAMÓN FERNÁNDEZ VIDAL
, “cocinero antes que fraile” y guarda, que lo fue, de los cotos del Sil y Selmo, en El Bierzo…

 

Texto: Eduardo García Carmona. Fotos: familia

 

La guardería de medio ambiente, forestal o de ICONA como se la conocía y conoce aún, ha tenido nombres propios interesantes por muchos motivos aunque toda la guardería, de una u otra forma, merecería un capítulo aparte por su trabajo en favor de la naturaleza y los grandes desvelos que, en muchas ocasiones, sin medios y por corazón, han realizado excediendo sus funciones y hasta exponiendo  sus vidas.

En este capítulo, un miembro de la guardería de medio ambiente de la Junta de Castilla y León destinado en El Bierzo, RAMÓN FERNÁNDEZ VIDAL (Dep), merece un capítulo entre “mis amigos de la pesca” aunque nunca llegué a practicar el lance con él como compañero de jornada.

Nuestro protagonista, Ramón, era natural de la localidad de Villadepalos (León), en pleno corazón del Bierzo, en el triángulo entre Toral de los Vados, Carracedelo y Dehesas por donde atraviesa el río Cúa antes de dejar sus aguas en el río Sil entre Paradela y Peón. Era un personaje singular que llegó a ser cocinero antes que fraile como se apunta en el dicho popular.

Lo de cocinero no es porque lo fuese, ni profesionalmente ni aficionadamente sino porque gustaba de la pesca desde su niñez, afición que le llevó a ser muy popular entre los que lo hacían “sin caña en mano”.

Lo de “fraile”, porque antiguamente se decía que era mejor tener “a la zorra en el corral, que merodeando fuera”, aunque casi siempre era peor porque acababa con “el gallinero” en menos tiempo.

RAMÓN FERNÁDEZ VIDAL, que hablaba más “gallego” que los nativos perdidos en la aldea más remota, no se le entendía casi. Tenía una mirada única. Una miraba con recelo o desconfianza pero sincera. Era complicado o difícil poder engañarle, de ahí que los furtivos de la pesca o los aficionados “aprovechados” le temiesen. Su empeño era desterrarles de la zona. Siempre estaba “ojo avizor” y pobre de aquél que tuviese en mente querer engañarle o cometer una fechoría en el río. Al menos en su tramo de río asignado.

Ramón era un guarda que pateaba el río y “casi se erigía en dueño del tramo acotado” algo que, poco a poco, año a año fue perdiendo a causa de las facultades físicas como ocurre a la mayoría de los mortales. Tenía problemas respiratorios.

Le recuerdo más en su faceta familiar que en el río, que también.

En el aspecto amable y familiar tenía un trato único con sus seres queridos y amigos. Ofrecía “su casa y hacienda” a los amigos y acompañantes, algo que me ocurrió personalmente al ser presentado por el jefe comarcal de la guardería, Samuel Garrido, con quien trataba temas profesionales. De ahí surgió una gran amistad.

Tenía que realizar un programa para la pequeña pantalla en TV León en sus comienzos allá por el año 1990 y fue Samuel quien me lo presentó, acompañándonos por el río mostrándonos todo su recorrido. 
Recuerdo que realicé una entrevista junto al río con pescadores que se encontraban en el coto de Sobrado pescando. La entrevista en plena 
naturaleza se realizó en la zona de descanso junto al puente de Cabeza de Campo. Los micrófonos de solapa los acoplamos a las cañas de pescar para poder acercarlos a los protagonistas realizando una tertulia de pesca, sentado en corro, en el verde de la pradería. Fue una pasada. 

Desde entonces empatizamos y, tanto Samuel como yo, teníamos “una cita obligada anualmente” en su domicilio de Villadepalos para probar las ricas
viandas “de casa” que nos preparaba su esposa Ángela, “Gela”, cariñosamente. Los pimientos del Bierzo acompañaban a la matanza casera y, es que se dedicaban a vender sus propios pimientos, criados en “la huerta familiar” y regados con agua de manantiales en el subsuelo y de las del río Cúa cuando era menester. Vaya
huerta extensa y hermosa que conocimos en su máximo esplendor pero, había que trabajarla y él lo hacía junto a su esposa y familia.
Aquellos pimientos del Bierzo
, de la huerta  de Ramón y Gela, tenían “marchamo de calidad especial” y era por algo. Además del cariño, a la hora de asar y embotar, como se hacía antiguamente, con fuego en un bidón de los de gasoil, cortado hacia la mitad para encender fuego con leña de la zona, tenían el toque especial de Gela y familia. Encima del bidón, una especie de parrilla o rejilla por la que subía el calor y dónde se colocaban los pimientos. Qué maravilla y que olor dejaban en el ambiente. Eran otros tiempos y da gusto recordarlo.


En el lugar del patio trasero a la vivienda donde se preparaba “el asadero”, Ramón y Gela tenían  las cuadras o “gocheras” donde los cerdos eran bien alimentados y cuidados con productos de la huerta. 

Un poco más abajo, su hijo tenía voladeros para diversas aves que criaba, entre otras: faisanes, codornices y perdices. Allí mismo, una fuente de agua cristalina que servía de refugio a diversas especies de peces. Vamos, tenía de todo.

Con los años, los pimientos de Ramón y Gela se degustaban en la capital leonesa gracias a las cajas que llevábamos Samuel y yo, por encargo, a los compañeros de los medios de comunicación, familiares y amigos. Por cierto, muy cerca del domicilio de éstos en Villadepalos tenían “su finca de recreo” dos compañeros de trabajo profesional: Celina Correa y Pedro Blanco. Curiosamente, el matrimonio de profesionales de la radio en El Bierzo, trabajaban, ella, en Radio Juventud y él, en Radio Popular.

Por cierto, al entrar en la finca de Ramón, en Villadepalos, tras pasar la verja, existía un patio y varias viviendas familiares. En la zona de ellos, la casa principal de Ramón y Gela, con

todo lo que se puedan imaginar en su interior como vivienda familiar, conservaban desde la matanza, hasta la bodega. Con el matrimonio vivía la hija pequeña, María. En la zona de la cocina,

una amplia mesa que era donde nos sentaban a comer las excelencias de la casa con buen vino del Bierzo. Junto al edificio principal, otra vivienda que era, según Ramón, “el apartamento” de su hijo, Ángel, joven bien puesto que vivía la vida como un auténtico “sibarita”. Un día, vimos llegar un coche deportivo de color rojo del que se apearon Ángel y una acompañante despampanante y llamativa. Se trataba de una de las novias del “niño”.

Anécdotas de pesca y de otra clase, siempre hay. Una de pesca la viví con mi gran amigo, Juan Fernández Manso “Juanito de flores Manso” que se acercó a pescar una jornada al coto del Sil. Fue la historia que he contado en EL FILANDÓN de la Semana Internacional de la Trucha de León donde, Juanito se obsesionó con un truchón que no podía
engañar y lo esperó al sereno. Gracias a los consejos de Ramón el guarda, al final, el truchón de Juanito fue capturado y no con una mosca cualquiera, una “mal confeccionada” a pie de río porque la trucha rechazaba todas las presentadas. Con casi “un trapo con alas”, la trucha tomó el engaño y fue algo maravilloso verlo en vivo. Una gran jornada.

Otras curiosidades las realizábamos por el camino de vuelta. Además de los pimientos del Bierzo embotados a por los que íbamos en el mes de Octubre, por el camino acudíamos a coger castañas bien junto a la carretera o subiendo monte arriba donde teníamos “nuestra finca particular”. También, peras conferencia y caquis “caían”. Vaya par de pillos.

La última anécdota por contar es como he podido escribir este artículo.

María, la hija de Gela y Ramón, esposó hace unos años con un joven de nombre Carlos que, por medio de Internet, contactó conmigo para solicitarme un artículo que había escrito en Diario de León sobre


Ramón, el guarda de los cotos de Sobrado y Sil, titulado “cocinero antes que fraile”.  El artículo debió publicarse entre los años 80 a 90 porque, después, dejé de escribir la página de pesca en éste periódico pasando a La Crónica de León. Al esposo de María, Carlos, le ha sido imposible encontrarlo en la hemeroteca del periódico y por ello se puso en contacto conmigo para intentar conseguirlo porque le hacía mucha ilusión a la hija de Ramón y Gela, su esposa.

Gracias a esta petición que no pude conseguirle, tampoco, he vuelto a escribir esta historia del guarda del coto del Sil y Sobrado, que espero les haga la misma ilusión. Al menos el cariño en el recuerdo lo he manifestado.




Gracias, RAMÓN FERNÁNDEZ VIDAL porque, siempre serás uno de “mis amigos de la pesca” y el reconocimiento para tu hija, María y su esposo, Carlos.

sábado, 5 de julio de 2025

Mis amigos de la pesca: JOSÉ Mª TAGARRO CASADO y su manual de moscas...



 


JOSÉ Mª TAGARRO CASADO (Jose para los amigos), maestro de la pesca a la leonesa y autor de su propio manual de montaje de moscas

 

Texto: Eduardo García Carmona. Fotos: familia

 

Durante varios años he intentado escribir un libro sobre JOSE MARÍA TAGARRO CASADO y me ha resultado imposible por uno u otro motivo. Tras intentar recopilar documentación sobre su persona, proyectos de pesca, anotaciones, fotografías, textos, etc. desistí pese a los contactos y amistad con su familia. Aquí les dejo algunas de mis vivencias.

La pesca a mosquito ahogado o pesca a la leonesa, le debe mucho a Jose María TAGARRO por su  “Manual Técnico para la Pesca de la Trucha con Mosca Ahogada”.

Una gran mayoría de aficionados de los de hoy no conoció en persona a Jose Tagarro. Era bancario de profesión y pescador por devoción.

Su trabajo en banca le permitía tener las tardes libres para dedicarlas a su gran pasión: la pesca.

Llegó el momento de abandonar su trabajo habitual y dedicarse a emprender. TAGARRO tenía siempre en mente grandes proyectos y, uno era dar salida a un local que tenía en la Avda. de Quevedo de León, en el Barrio de El Crucero, un barrio lleno de sabor ferroviario y pesca.

Montó su establecimiento a comienzos de los 80 a pesar de la competencia que había en León con diversas armerías de renombre: Alonso, Valbuena, Conty, Eibarresa, entre otros, y se abrió hueco entre los aficionados por su proximidad a la clientela y la cantidad de amigos que tenía.

TAGARRO, también, se dedicó a escribir en prensa local y así sus páginas en el periódico La Crónica de León, en sus comienzos, fueron referencia para los aficionados.

Apareció su libreto en 1982 publicado con el patrocinio de diversas firmas comerciales que figuraban en la última página y todo cambió.

JOSE MARÍA TAGARRO se convirtió, aún más, en el referente en León por su “saber de pesca” y la fama traspasó montañas, entre otras la de Pajares porque en Asturias, donde acudía a pescar habitualmente, tenía familia. El salmón era el salmón aunque ahora esté bajo cero.

Le conocían una gran mayoría de pescadores. Sus clases “magistrales” de montaje de mosquitos ahogados llenaban su pequeño negocio en el barrio de El Crucero, LA CASA DEL PESCADOR, y era complicado en ocasiones poder entrar a comprar.


Sus consejos de pesca eran habituales, sus recomendaciones para la utilización de una u otra mosca, también. Un gran orador que se ganaba la clientela por sus consejos y porque tenía la máxima del buen vendedor: al cliente nunca se le puede engañar”.

Efectivamente, siempre lo tenía presente y así sus recomendaciones a unos y otros aunque, “siempre tenía guardada gasolina de reserva” contando lo justo o hasta donde le interesaba. Sólo a sus amigos más directos ofrecía algún detalle particular. Tenía muchos secretos guardados y muchos se los llevó a “pescar con San Pedro” donde me imagino que estará, si es que la pesca le abrió las puertas del cielo.

De esos secretos quería escribir pero no me ha sido posible investigar prácticamente nada pese a intentarlo. Abrir heridas es complicado y más en una familia que tuvo que cerrar otras heridas como la pérdida de un hijo en edad joven.

Lo que sí puedo adelantarles, y que seguro pocos conocían, es que el mítico manager leonés de conjuntos musicales y otro eventos, José Luis Fernández de Córdoba, tuvo mucho que ver en la publicación del manual técnico.

Varios camareros de la Sala Vudú, en la carretera de Zamora, en León (antiguamente era el cine Lapar),  presentaron a TAGARRO al dueño de la Sala, Manuel Martínez Mendoza, convirtiéndose en financiador del proyecto, por ello publicamos las carátulas de la primera edición del manual que, después, tuvo varias ediciones más al colaborar otras firmas comerciales.

Quien lo iba a decir, ¿verdad?

Tagarro dejó de colaborar con La Crónica de León dejándome huérfano con la información de pesca en prensa, particularmente yo llevaba las dos páginas semanales de Diario de León. Quien esto escribe, en radio donde trabajé desde 1966, había realizado programas en La Voz de León sobre pesca, donde sorteábamos carretes Mitchell, gracias a su distribuidor en León. Fue entonces cuando Tagarro comenzó a colaborar conmigo en las páginas del Diario de León, en el formato de “cuerda de pesca recomendada por Tagarro”, sección con mucho éxito que mantuvimos durante 9 años.

Jose vendía más moscas ahogadas que nadie en León y, algunas, eran exclusivas como su “fanta”. También guardaba secretos. Algunos le descubrí en mis jornadas de pesca con él, en el río Órbigo, donde acudíamos en compañía de un muchacho portugués que vivía en la zona y que no salía de La Casa del Pescador, en El Crucero.


Portu y yo pescábamos bien a mosquito ahogado pero, TAGARRO, era único y, por qué no apuntar que, era el mejor y lo demostró en varias ocasiones en La Semana Internacional de la Trucha de León, la de antes, la auténtica. Era un artista lanzando y “viendo” el pez, sin que se cebase. Ponía la boya de la cuerda en el lugar adecuado del río para que la trucha entrase a sus moscas. Así sus éxitos en la Semana Internacional de la Trucha pescando a ahogada y enfrentándose a campeones de mosca seca como Carlos Bragado, Enrique Ramos “Kike Sabugo”, Jesús Picón, Roberto Morán “Virutas”, Luis Mª Fernández Luengo, otro bañezano paisano suyo gran pescador y montador de moscas.

Tagarro era un crack y por eso, en La Semana Internacional de la Trucha de León cuando falleció se le rindió un pequeño homenaje, entregando a su viuda una placa de reconocimiento. Gema Roy, su esposa le acompañaba en muchas jornadas de pesca, especialmente por Asturias. Por entonces, solicité públicamente que se realizase un apartado en La Semana dedicado a la pesca a la leonesa, incluso, que llevase su nombre en memoria. No se consiguió pero, gracias a otras “voces” que se unieron a aquella petición espontánea, la Semana ha tenido su apartado de pesca a la leonesa, pero claro la Semana de antes no la de ahora que ni es semana, ni es nada.

JOSE MARÍA TAGARRO falleció a los 56 años y es que desde que perdió a su hijo cuando tenía 18 años, a manos de un desalmado a la salida de un pub de la capital leonesa, El antiguo Cawis (Platón, después), justo al lado de la Comisaría de Policia Nacional,  nunca volvió a ser aquel hombre dicharachero, jovial, campechano y hasta fanfarrón. Su semblante tornó a tristeza y la diabetes que padecía y otras complicaciones “del alma”, hicieron que sus restos reposen en La Bañeza junto a los de su hijo. Nunca podré olvidar la iglesia repleta y la disertación de su hija Gemma que, con gran entereza hizo “eterna” la figura y semblante de su padre convirtiendo el altar en “luz del más allá” que hizo saltar lágrimas a todos los presentes.


Nos dejó un pescador de la vieja escuela leonesa, maestro de la pesca a mosquito ahogado, aunque como una gran mayoría de aficionados comenzase a pescar a cebo natural, modalidad que manejaba como pocos. Hizo grandes “pescatas” de las que gustaba mostrar a sus amigos y clientes. Eran otros tiempos cuando prácticamente no se pescaba sin muerte y se podían coger a diario 12 truchas.

Una de sus debilidades, además de las truchas leonesas, fueron los reos y el salmón en Asturias, que se convirtieron en “una fiebre” para este bañezano que tenía familia en El Principado. Tagarro también fue cazador con “buen ojo” y con predilección por la caza mayor.

Así las cosas y tras esta pequeña historia homenaje, pasamos al libreto, la gran herencia de éste leonés para futuras generaciones. Un gran pescador y cazador que, aunque “algo fanfarrón y sabelotodo en pesca” tenía miles de seguidores y eso que no existía Facebook.



MANUAL TÉCNICO PARA LA PESCA DE LA TRUCHA CON MOSCA AHOGADA

Es el libreto de pesca más seguido de la historia, después del MANUSCRITO DE ASTORGA, de Juan de Bergara. Así de contundente lo escribo.

Jose María Tagarro se animó a publicarlo después de haber participado en otros libretos de pesca que salían cada temporada con croquis de cotos y normas de la temporada y que eran patrocinados por Caja León y el Banco Pastor, entre otras entidades porque hasta la Diputación llegó a publicar otro confeccionado por otro pescador y periodista, Juan Florencio Pérez “Chencho” que en la portada salía lanzando en el colchón de la salida del pantano de Riaño, antes de cerrar definitivamente, mi amigo Vicente Prieto “el pescadero de la calle La Rúa”.


Se trata de un libreto sin complicaciones de lectura porque no tiene casi “literatura” y si mucho de “escritura pesquil” que era lo que pretendía “Jose, no José”.

La portada lo decía todo, con el titular y una trucha saliendo del agua y tomando una mosca. La contraportada estaba dedicada a los diferentes patrocinadores porque Tagarro “vendía la edición” por tirada. Tantos ejemplares que compraba una empresa y ella los regalaba a sus clientes y amigos. Así llegó a todas partes.


El libreto consta de 16 hojas (32 de contenidos o páginas)
además de portada y contraportada que son de un papel más grueso.

Aparte del ISBM, depósito legal e imprenta que figuran nada más abrirlo, nos encontramos con el sumario: gráficos para montaje; denominación vulgar de las moscas; Posición correcta de las moscas; cambios a realizar dependiendo de la climatología; composición de cada mosca (pluma, brinca, cuerpo); notas y el último apartado dedicado a factores metereológicos donde incluye la importancia de la luna para la pesca.

Vamos, “La Biblia de la Pesca”, en el formato más fácil, cómodo y atractivo que pueda existir. De ahí su gran éxito.

Después de la descripción de lo que es el MANUAL técnico, con lenguaje de pescador, Tagarro nos presentaba las tres clases de aparejos de moscas: principio de temporada, entretiempo y verano.

Pasa a describir cada una de las cincuenta moscas que nos presenta con nombres que utilizan los pescadores desde el “sangre de toro, al fanta, hasta la pallareta, pasando a la pajareta o luneta”.

En cada una de las 50 moscas, además de un dibujo, añade características de montaje de cada una con el tipo de pluma, cuerpo y brinca, además de cómo y cuándo pesca cada una de ellas. Una pasada.

La única “pega” que le he sacado al libreto, después de muchos años es que no nos haya puesto el número de la seda de montaje y la marca: Gutterman, La Paleta o Molino, aunque existen, hoy en día, muchas más marcas. Particularmente y por comodidad, lo hice para no tener que recordar tanta numeración.

Existe otro apartado dedicado a LAS SALTONAS donde sólo hace mención a cinco de ellas: común, amarilla, aconchada, cascuda y negra.

Curiosamente, de aquellas cinco “salieron sus hijos” porque, en la actualidad, cada pescador tiene otras saltonas confeccionadas de forma particular según lo que se ve en plena naturaleza y se intenta imitar.

La parte final está dedicada a notas varias sobre fechas para pescar en los diferentes ríos o cómo pescar al sereno, en verano, cómo conservar los mosquitos, forma de realizar el lance en verano y otros consejos.

Su esposa le acompañaba
El final está dedicado exclusivamente a los factores que intervienen en la pesca, algo de lo que particularmente sabía que tenía varios estudios de campo realizados en muchos años y por eso pretendí “revolver sus papeles” para escribir un libro en su honor pero resultaba muy complicado y tuve que desistir.

Para los pescadores noveles éste último apartado era verdaderamente “la biblia de la pesca. Aquí, Tagarro nos introduce en las aguas como si de un pez se tratara.


Nos desmenuza cual es la temperatura ideal de las aguas para comenzar a pescar con garantías. Lo que ocurre con las subidas y bajadas de caudales en el río bien por factores naturales o extra. La subidas y bajadas de la temperatura ambiente, la claridad o no de las aguas y cómo influye para pescar.

El tiempo y sus factores e influencia: días soleados, nublados, truenos y relámpagos, viento…

El apartado final es el de las fases lunares, con la importancia de éstas en la pesca.

Señores, una auténtica joya de la que conservo dos ejemplares como “oro en paño”. Uno, totalmente limpio y el otro con mis anotaciones de hilos y su numeración que han sido mi auténtica guía de montaje de moscas leonesas.



Gracias JOSE MARÍA TAGARRO CASADO por la herencia que nos dejaste con sencillez y elegancia de pescador y demostrando que, con imperfecciones pero entregando lo que conocías sin secretos, también, se puede ser muy útil para generaciones y más generaciones de pescadores venideras, al puro estilo de Juan de Bergara y su Manuscrito de Astorga de 1624.


NOTA: la historia es la historia y estas fotos son necesarias para el reportaje

Mis amigos de la pesca, RAMÓN FERNÁNDEZ VIDAL, guarda de los cotos de pesca del Sil y Selmo, en El Bierzo…

RAMÓN FERNÁNDEZ VIDAL , “ cocinero antes que fraile ” y guarda, que lo fue, de los cotos del Sil y Selmo, en El Bierzo…   Texto: Eduardo...