Este sábado a pescar en la zona Norte de Castilla y León…
DE
NIEVE, PESCA Y PINTONA CON MARCA DE CORMORÁN
Por Eduardo García Carmona
Me
dicen mis canas, las pocas que veo en el espejo porque casi no tengo pelo, que
va siendo hora de contar cosas interesantes. ¿Qué son cosas interesantes? ¿Qué
este sábado se abre la temporada en la zona norte de Castilla y León?
Cada persona es un mundo tan dispar que, lo bueno o malo para cada quien, no lo es para el contrario. Esto es como la política. Para una “política” que adoraba, la única buena que tenía, se murió hace años. Era mi suegra (madre política). Desde que se fue sólo miro al cielo para intentar ver si está por allí, pero con lo “mala” que fue para ella misma, fue todo lo contrario para el prójimo. Así eran las mujeres de antes.
Pasaban de niñas a madres y sin que nadie las enseñase, tenían que sacar la familia adelante. Menos mal que “los polluelos” abandonaban el nido familiar pasada la pubertad y ya se buscaban su vida. Ahora, entre subvenciones de los políticos y condescendencia de la familia, se quedan en casa hasta los 40 años o más.
¿Las canas me han hecho escribir esto? Pues sí que lo tengo bien. Algunos/as me van a poner a escurrir.
Los
que nacimos a mitad del siglo pasado somos viejos, que no mayores y por ello
tenemos alguna ventaja con los más jóvenes, incluso para pescar en el río
truchas.
Mi
poco pelo canoso me está contando que incluso para pescar truchas por los ríos
de León o de cualquier otro lugar, es imprescindible la experiencia.
Alguna
ventaja tenemos “los de antes” que sabíamos leer el río como nadie y, nada más
llegar a un lugar y ver correr el líquido elemento, una simple mirada al cielo,
no para ver a mi suegra, sino para ver cómo se encontraba “doña nube”, ya
sabíamos lo que había que hacer.
Son muchos los dichos sobre el estado de la naturaleza y en especial uno: “nieve o niebla en la montaña pescador a la cabaña”.
Fue precisamente un día de muchos copos de nieve, el mejor día de pesca de mi vida. La ventisca era tal que cegaba mis ojos, pero cuando iba a desistir del empeño de llevarme unas truchas para casa (todavía era pescador con
muerte), la madre naturaleza en forma de agua comenzó a enseñarme su vientre. Por encima del agua, los copos parecían el maná para las truchas. Vaya movimiento señores. Parecía una pista de baile y claro con ese chollo enviado por la madre naturaleza, lanzar mis moscas leonesas al agua, era sacar y sacar pintonas. Incluso alguna se quería tragar la boya.
Sólo me quedó una gran pena: sacar una pintona con “un buen picotazo” de un cormorán y como pudo sobrevivir y entrar al engaño. El hambre o las ganas de comer no tiene miramientos Si no come, se queda tiesa y no se repone. A ésta, la tuve que devolver a la vida. Ya había sufrido bastante.
Fue mi mayor “pescata” en un río de León, de la montaña de León, porque la otra fue cruzando “el charco”, en la Patagonia chilena, en un río con nombre “comanche”, río Ñirehuao. Será otra “batalla” a contar, pero SIN PLUMA.
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