LIBROS PUBLICADOS POR Eduardo García Carmona

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domingo, 1 de septiembre de 2024

Mis amigos de la pesca: JUAN MORENO, VICENTE PRIETO, "el pesca de La Rúa" y...

En la pradera de la era con truchas de "la fábrica de salazón"


VICENTE PRIETO “el pescadero de la calle La Rúa” y JUAN MORENO TASCÓN, ANTONIO ADÁN, ANTONIO SAN FRANCISCO…

Con el ellos  formé amistad, pescamos muchos años, realicé mi primer mosquito ahogado, y escribí “La HISTORIA DE LA SEMANA DEL PADRE”, entre 1980-86

 

Texto y fotos: Eduardo García Carmona

 

Juan Moreno pescando en Las Salas

Durante seis años, JUAN MORENO TASCÓN, amigo y vecino en Trobajo del Camino, y criador de gallos para la pesca en Aviados, artesano de mosquitos con marca oficial “Chicharra” y yo, “Juan y yo” que así nos llamó MANUELA, en Las Salas localidad a los pies de la presa de Remolina, donde recalábamos la primera semana del mes de julio en tierras de la montaña leonesa, en Las Salas entre 1980/86. Es allí, en "la era" del pueblo donde cargados de artilugios, a tope nuestros coches, finalizaba el viaje. Una semana más tarde volvíamos a poner de trastos en el coche y regresamos a nuestro hogar en la capital leonesa con una inmensa pena.


La llegada a Las Salas
no puede ser más feliz ese año de 1986. Son muchas las ganas de volver a estar un año más, en la "semana del padre", así la denominamos desde hacía unos años.

El paraje era ideal, montañas y más montañas, el río por medio, un

Preparando el desayuno

puente sobre el Esla que separaba "la era" del pueblo, una  fuente con agua cristalina y fría para calmar nuestra sed. Los chopos, salgueras y sobre todo cerezos y nogales completan el paisaje limpio y sano. Al despertar nos acompañan los alegres trinares de todo tipo de pájaros y un mirlo, espléndido en su cantar, que nos alegraba el amanecer.

Familias de Vicente y Eduardo

Con el atardecer, tras una jornada de sol de justicia, la temperatura era mucho más llevadera y daba gusto disfrutar al aire libre de nuestro tiempo de regocijo.

Las noches eran frías pese a ser verano pero se agradecían. El ambiente se inundaba de rocío, únicas gotas que mantenían la hierba verde, refrescando el ambiente, obligándonos a la utilización del anorack.

En Huelde, hoy bajo las aguas del pantano

Así transcurría un día sí y otro también de "nuestra semana". Parecía larga, pero como en años anteriores, al final fue corta, muy corta. Cuando uno disfruta qué rápido transcurre el tiempo.

El estar en contacto con la naturaleza, hace que se valore mucho más lo que se disfruta. Se mima con cariño el entorno, que otros muchos estropean en su visita diaria o de fin de semana.


Cuando comenzamos “la semana del padre” en 1980 estábamos solos en aquella “era” de Las Salas en compañía de VICENTE PRIETO Y SU FAMILIA, CON ANTONIO ADÁN Y ANTONIO SAN FRANCISCO que llevan más de 20 años acudiendo al mismo lugar. San Francisco me inició en el montaje de mosquitos. Allí, hice el primero, la hormiga de ala blanca. Estaba tan mal hecho que hasta me pescó en el primer lance. Quizás por eso entró la trucha a mi rastro. La semana siguiente me llevaron a Ubaldo y Toña y compré los hilos para la confección de moscas. Algunas hilaturas aún las conservo.


Nuestro furor por la pesca era tal, que lo primero que hacíamos al llegar, antes de cruzar el puente, era mirar el río, observar las truchas, seguirlas con la mirada y casi, numerarlas.

El espectáculo que nos encontrábamos era una pasada.

Pescábamos lo que podíamos para alimentarnos, principalmente aunque, algunas las escabechábamos en botes para comer con los amigos en las bodegas.


En una ocasión nos visitaron dos amigos de Juan Moreno: GERARDO GARCÍA MERINO Y JOSÉ ROBLES, "Pepe relojes" y entre los cuatro pescábamos toda la zona desde el puente de Las Salas hasta la compuerta del pantano y entre semana, éramos cuatro pescando pero, con la llegada del fin de semana eran tantos los pescadores, que las truchas obligatoriamente tenían que esconderse en las cuevas, bajo las piedras y algunas, me imagino, que incluso “emigrarían para Alemania”.  Aquello parecía “la guerra”, una guerra sin cuartel. Imagínense  llegar al río a pescar y tener que numerarse todos los pescadores para poder lanzar por orden. Así fue como al año siguiente decidimos dejar de realizar la Semana del Padre. Habíamos perdido “la paz y tranquilidad” de seis años hermosos.

En el bar Las Pintas con la familia de Serafin

En nuestro diario vivir en Las Salas, durante esta semana, una parte muy importante eran las gentes del lugar. Algunos, toscos y reservados, otros, los más, abiertos y generosos, con amistad sincera ganada a lo largo de los seis años que llevamos acudiendo al lugar.

Como buenos pescadores no podíamos dejar pasar el rato de la partida de cartas. Nuestro lugar de reunión, en unas ocasiones, era el BAR "EL JAIDO" y en otras, EL BAR "LAS PINTAS". En el primero, siempre atentas y serviciales, Loli, Belén y Elena, las tres hermanas de Raúl que, también, ayudaba. Por cierto, tanto Raúl como su amigo Ramón, eran unos auténticos fenómenos jugando al futbolín.

En la puerta del bar Las Pintas

En "Las Pintas", el tute y la escoba nos esperaban a diario. Era un mano a mano entre “Juan y yo” que, a veces, se convertía en lucha por parejas con personas del lugar. Por medio Manuela, la singular Manuela, alma y vida del lugar, con su particular alegría y bondad reflejado en el trato. SERAFÍN Y ENEDINA propietarios del negocio: Mesón Bar Las Pintas, Aníbal, Enrique, Pedro y muchos más.

Mila, Vicente, Eduardo y Begoña

Poco después cerraron el pantano y todas las historias allí vividas, quedaron en eso, en historias para el recuerdo pues nunca más volveríamos a acampar en aquel lugar, donde la naturaleza era nuestro hogar, donde el río era nuestra fuente de distracción y donde las gentes de la montaña se convirtieron en nuestra familia de Las Salas.

Con los propietarios del Bar de Huelde

Cómo se echan de menos aquellas historias vividas o contadas, con JUAN MORENO, VICENTE PRIETO y su cuñado ANTONIO ADÁN, principalmente. Aquellos “fuegos de campamento junto a las rocas, rocas que hacía de altavoz y al lado las tiendas de campaña. Aquellas queimadas y los cánticos posteriores. Por cierto, el pescadero, eran quien mejor daba “el do de pecho”, sus canturriadas se oían hasta en Riaño. Con los efluvios del alcohol, en más de una ocasión entrábamos en las tiendas de campaña “a gatas” o llegábamos directos de la discoteca El Roble, en Riaño, donde acudíamos a “mover el esqueleto” y tomar alguna copa.

Vicente, Juan y Eduardo

Qué años más hermosos. Lo malo es que VICENTE Y ANTONIO se nos fueron (Dep) hace unos cuantos años y no podrán leer estos recuerdos aunque, en el cielo igual hay Internet y conectan con Pescarmona.

Va por vosotros y vuestras familias a las que siempre llevaremos en el corazón porque ellos fueron “de mis primeros amigos de la pesca”.

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