JOSÉ LUIS GARCÍA GONZÁLEZ, autor del libro “Pluma, Seda y Acero. Las Moscas del Manuscrito de Astorga”. Sensaciones de estar pescando en 1624
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
JOSÉ LUIS GARCÍA GONZÁLEZ, es un leonés nacido en 1966 al que los pescadores de esta especialidad, deberían hacerlo un monumento por lo que está haciendo por León y la pesca a la leonesa, así como por su trabajo en rescatar lo más profundo de nuestros antepasados en la pesca con varal y moscas leonesas.
Pese a desearlo, nunca había podido pescar en compañía de Juan de Bergara y Lorenzo García, como así se les conoce en el mundo del "manuscrito y el celuloide" en el documental “Escrito con Plumas”. Me refiero a esos dos magníficos amantes de la pesca a la leonesa que desarrollaron nuestros ancestros y
que demuestra una vez más que en esto de pescar todo está inventado desde mucho antes de 1624, aunque esa fecha signifique el inicio del Manuscrito de Astorga que todos conocemos sin llegar a "palparlo" y que llegamos a "adorarlo" por su significado para León y los leoneses, y que otros muchos desechan sin darse cuenta de que estamos, desde entonces, con la pesca definitiva. Lo demás, amigos pescadores, son inventos para pescar. Me explico.
He sacado mis dos primeras truchas a varal y únicas de momento, con las moscas del Manuscrito de Astorga emulando a los maestros Juan de Bergara y Lorenzo García. En el varal de avellano, dos varas empalmadas a la antigua usanza con bramante, sólo llevaba un puntero del que pendía un trenzado realizado con "crines de caballo", como manda el Manuscrito. Un empalme, hilo o bramante y dos moscas auténticas del Manuscrito, de las que
llegó a descifrar y confeccionar JOSÉ LUIS GARCÍA GONZÁLEZ, un leonés al que los pescadores de esta especialidad, y de la que sea, deberían hacerle un monumento por lo que está haciendo por León y la pesca a la leonesa, y por su trabajo en rescatar lo más profundo de nuestros antepasados en la pesca con varal y moscas.
No es fácil pescar con un simple "palo" de avellano a estas alturas de tanta sofisticación de cañas y señuelos. Mejor dicho dos y “empalmados” de la forma más tradicional, sin carrete, solo a pulso, manteniendo el varal y lanzando con delicadeza.
Primero, ha sido José Luis García quien, como maestro de ceremonias, me introdujo en lo más básico. Después, con todo mi cuerpo en tensión, he intentado lanzar con el varal. Ha sido una primera sensación de algo distinto, muy diferente a lo que he realizado pescando a lo largo de mis más de 50 años en los ríos de León, especialmente, y de medio mundo.
Después, las moscas del Manuscrito que son distintas pero iguales a las de hoy. Eso sí, con pluma de gallos de los de antes y mezcla de picapez y otras aves, que son complicadas de conseguir, hoy en día, por estar protegidas algunas de las aves. El tamaño de las moscas es mucho mayor. La pluma, abundantemente generosa. La cabeza, como muy tosca por estar hecha a la antigua usanza.
Me preguntaba, ¿y si pierdo una de ellas, sabiendo el trabajo que le da a JOSÉ LUIS GARCÍA confeccionarlas? Cada una de ellas, le lleva “un día” para hacerla.
Responsabilidad
lo primero y lo segundo, lanzar armando la "cola" compuesta de crines
de caballo y las dos moscas que componen cada lance, colocándolas lo más
próximo a lo que me indicaba el maestro.
Poco a poco, lo fui consiguiendo, especialmente, cuando sus palabras me tranquilizaron para hacer el lance lo más sencillo posible, teniendo el objetivo en mi mente. La cadencia en el lance es primordial y la delicadeza en la posada, también. El lance se hace frente a uno, y a no más de cinco o seis metros. Después, un paso hacia abajo, o dos, y otro lance. Así continuamente.
El
maestro me decía que no hacía falta repetir la tirada en el mismo lugar o sitio
y, de repente...¡zassss!!
Mi primera trucha a varal y con las moscas del Manuscrito de Astorga confeccionadas en el siglo XXI por José Luis García. La sensación es indescriptible, hay que sentirlo para poder opinar.
Nunca, nunca había tenido esa sensación. Parecía que la trucha me había entrado a mi propia mano, o al menos eso fue lo que sentí. Tres tirones como nunca en mi vida había sentido, y el truchón, que lo era, se escapó. Normal, me dice el maestro, estamos pescando sin muerte, si Juan de Bergara estuviese con nosotros, otro cantar sonaría pero la pesca, hoy en día, es así y muchas se escapan.
Otros
dos o tres a continuación y nada más.
JOSÉ LUIS, me pide el varal. Mira, y tras las crines de caballo no había nada. La trucha que había trabado se llevó las dos moscas y el bajo de línea de crines. Según el maestro, había entrado a la "rubia verde famosa", que va por encima y también se llevó el rastro. Lo que yo no deseaba se acababa de producir. Sentí culpabilidad por haberlas perdido.
José Luis colocó otras dos en el nuevo bajo y se dedicó a pescar conmigo a su lado. Otra trucha que sube y otra vez que se suelta. Curiosamente, también se había llevado el bajo con las dos moscas del Manuscrito. ¡¡¡Vaya tarde!!!
Se monta el tercer aparejo y por fin consigo mi primera trucha a varal y poco más adelante, la segunda. Sólo eso, dos pero, para mí ha significado trasladarme a 1624 y pescar con Juan de Bergara y Lorenzo García. Mi cuerpo vibraba y las sensaciones que he sentido, creo que jamás podré contarlo con letras. Son sensaciones distintas, son otro
mundo para la pesca y el pescador que significan que todo estaba inventado y que nada está obsoleto, aunque nos empeñemos en erradicarlo.
La
pesca a la leonesa, la de varal con las moscas de Juan de Bergara nunca se ha
ido de nuestros ríos. Estaba depositada y casi olvidada pero ha vuelto para
quedarse y esperemos que con el libro de José Luis García "Pluma, Seda y
Acero. Las Moscas del Manuscritos de Astorga", nunca más vuelvan "al
baúl de los recuerdos" porque está muy presente y tiene la misma eficacia
que siempre.
Una jornada única que habrá que repetir algún día. Lo cierto es que la sensación de estar en 1624 fue muy especial y el estar pescando con José Luis García, me transportó a la época del Manuscrito de Astorga y como pescaban entonces.
Todo estaba inventado hace más de 400 años y que aquellos antiguos "cacharros y moscas", gracias a Juan de Bergara y José Luis García, está muy presente hoy en día.
2024 ha sido el año de la conmemoración del 400 aniversario de la aparición del MANUSCRITO cuyo original increíblemente desapareció aunque, afortunadamente, quedó una copia fotografiada.
Si a lo que acabo de escribir, unimos la amistad compartida a pie de río con José Luis García, Rafa de Garnica, Javi Reyero y José Luis Méndez, el día fue de lo más bello que he vivido en mucho tiempo dentro del mundo de la pesca. No ha sido el día más grande, en cuanto a pesca se refiere, porque sólo pude capturar dos ejemplares pero fueron mis dos primeras truchas a varal, a la antiguan usanza. He compartido saberes de antes, con amistad del siglo XXI que ahora poco o nada se ve por los ríos.
Por cierto, para promocionar la Semana Internacional de la Trucha de León en el apartado de pesca a la leonesa, nos apuntamos a participar por primera vez, tanto él como yo, allá por 2017. Gracias a ese afán, especialmente por su parte, desde entonces había dos clasificaciones: Mosca seca y Pesca a La Leonesa donde José Luis triunfó en 2019 quedando campeón de la Semana. Y ahora, ¿qué?
GARCÍA GONZÁLEZ es, además de gran persona, mejor pescador y amigo. Es noble, leal, bondadoso, atento y además es un montador de leonesas único. Da gusto estar en su compañía y departir de lo que más les atrae, la pesca y, si encima estás a pie de río con un varal pescando con sus moscas es el no va más.
Habrá que estar atento a su próximo libro que sabemos está preparando y que descubrirá nuevos entresijos de la pesca a la leonesa por el mundo.
Gracias
JOSÉ LUIS GARCÍA por tus enseñanzas y por haber compartido ésta y otras
jornadas de pesca que me gustaría repetir en muchas ocasiones más. Un honor.
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