LA MORENA, un pez tan inconfundible como peligroso
Pescando “morenas” a la antigua usanza y
al final, pulpos y lapas
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Texto y
fotos: Eduardo García Carmona
Canarias está viviendo días inolvidables
desgraciadamente con el COVID-19, primero y ahora con la llegada masiva de
pateras desde el continente africano. Canarias, está siendo olvidada olvidada
por los políticos amables cuando interesa porque cuando interesa es “la gallina
de los huevos de oro” del turismo. Canarias y las miles de personas que llegan
exhaustas jugándose la vida tras los largos desplazamientos en pateras, están
en boca de todos pero nadie pone solución. Es una vergüenza lo que allí está
ocurriendo pero, nuestro blog, está dedicado al mundo de la pesca y el corazón
nos lleva hasta el archipiélago afortunado para presentarles un reportaje,
cuanto menos original y desconocido: LA PESCA DE LA MORENA como lo hacían los
antiguos moradores, los guanches.
En Pescarmona, rescatamos un reportaje que nunca habíamos publicado en el blog y que seguro va a despertar el interés de más de uno por su originalidad.
UN ARTE DE PESCA QUE SE PIERDE
Unos calcetines viejos, sardinas,
saltones o cualquier pescado sobrante es bueno para ser utilizado en este tipo
de pesca tan ancestral como el pueblo guanche.
En Canarias, la pesca de “morenas” a la
antigua usanza, cada vez se pierde más.
Hay que ser isleño y haber “mamado” la pesca desde la más tierna infancia para atreverse a pescar morenas como lo hacían los antepasados. Es un arte que se transmite de generación en generación, de padres a hijos y, hoy en día por desgracia, está casi desaparecido. Casi nadie la practica porque no es rentable. Ahora, las morenas se pescan en alta mar con nasas, es menos sacrificado e incluso menos peligroso pero pierde el encanto de lo antiguo, lo tradicional, lo clásico.
NACIDO JUNTO A
Ricardo practica la pesca en sus tres vertientes: caña, submarina y en embarcación, además de ser un excelente mecánico de coches. Lleva su tierra muy adentro y no ceja en el empeño de rescatar la pesca de morenas, a la antigua usanza, aunque es conocedor de las dificultades por la que atraviesa este estilo o arte, prácticamente extinto por las muchas dificultades que presenta, unidas a la falta de concienciación de la juventud que no quiere complicaciones y menos en la pesca al estilo tradicional de morenas.
Nos cuenta que lo de cantarle a las
morenas es más una leyenda urbana que algo efectivo, a la hora de pescar. De
generación en generación, los isleños han hecho lo mismo cada vez que se salía
a las rocas del mar en busca de este pez.
Ricardo Jesús no sabe por qué las
continúa cantando, pero nos comenta que si no lo hace cantando, lo hace
silbando o tarareando. “A mí me enseñó mi
padre, a mi padre el suyo y así de generación en generación se ido
transmitiendo este arte. Para pescarlas a la antigua usanza es imprescindible
hacerlo, ya que si no parece que no salen”.
CONDICIONES ESPECIALES
Para poder pescar morenas al arte
tradicional canario es imprescindible tener una buena marea baja, por ello se
decidió, aconsejado por los expertos, hacerlo cuando la mar se vacía con la
entrada de
Por fin llegó el día soñado después de los
intentos fallidos.
A las seis de la mañana partíamos desde
Las Palmas en dirección a Gáldar. A mitad de camino, en San Felipe, hemos
quedado con Ricardo Jesús. Está amaneciendo y la mar, el mar se presenta espléndido
con una playa abierta con mucho pedregal y vaciando agua, como dicen los
lugareños.
El lugar elegido es El Charco de San
Lorenzo.
El amanecer, con nubes en el horizonte y
el sol abriéndose camino no puede ser más hermoso. Se respira paz, tranquilidad.
Huele a mar. En la punta, San Felipe se mece ante el acantilado, talmente como
si las casas de blancas fachadas se estuviesen columpiando sobre las olas.
Mientras esperamos la llegada del
anfitrión, otros dos aficionados se nos adelantan. En sus manos llevan unos
ganchos de acero. Son pulperos que pretenden “hacer su día” temprano.
No sopla aire y la temperatura es
agradable. El agua, según Ricardo y Daniel, está fresquita y es que hay que
“pisarla” en chanclas.
Las condiciones son buenas y sólo hay
que esperar a que las morenas acudan a la llamada.
MATERIALES
Mientras Dani prepara los dos anzuelos
unidos, cada uno, a un trozo de hilo de unos cinco metros y les pone carnada,
Ricardo prepara el calcetín.
En el calcetín viejo se introducen varias sardinas, no más de tres. Una vez dentro, con el pie se pisa el calcetín y se golpea en la roca para machacar el contenido. Después se moja en el agua salada y con la mano se va estrujando la pieza de lana o fibra, para que los chorros de agua impregnada del olor y la carne de la sardina, se vierta en la del charco elegido. Ricardo Jesús y Dani van de un lado a otro repitiendo la operación y cantando la canción que suena a algo distinto. Mientras uno silba, el otro canta el “sal morenita, jo. Sal morenita, jo, que viene el macho y te come la carná…Sal morenita, jo. Sal morenita, jo…!
Nada de nada, ni cantando, ni silbando. La morena no aparece. Al olor de las sardinas acuden todo tipo de peces menos las morenas. Incluso, una estrella de mar.
Se cambia de escenario unos metros más
allá. Tampoco. Así a lo largo de tres horas, hasta que la mar comienza a subir y
hay que abandonar la pesca, no sin antes haber intentado conseguir al menos un
pulpo de entre las rocas.
Viendo que otros dos aficionados estaban
pescando pulpos en la misma zona, Dani y Ricardo Jesús hicieron lo propio. A
base de introducir entre las rocas la varilla de acero, dos hermosos pulpos
salieron a su encuentro.
Sin herramienta propicia, se decide
coger, también, unas lapas en las rocas próximas. Estas lapas son un “bocado”
exquisito. Son lapas de agua batida que no tienen ni siquiera un poco de arena.
Una delicia que impregna nuestra pituitaria de puro mar, al ser comidas en
crudo. Bocata di cardinale.
MORENAS DE FONDO, DESDE EMBARCACIÓN Y
OTRAS HISTORIAS
De carnada sardinas y otros peces
sobrantes de otras jornadas en el mar.
Son ejemplares hermosos, con libreas
llamativas, cabezas grandes y alargadas y unos dientes que imponen respeto. Los
ojos son llamativos, muy llamativos, por su viveza. Parece que te están mirando
constantemente o más bien, no te dejan de mirar. Poseen una portentosa cola y
se mueven como auténticas culebras.
Curioso, una vez que se pesca una
morena, lo primero que hace es regurgitar lo que han comido.
Si la morena es peligrosa lo es por sus
poderosos dientes afilados. Una dentellada de un ejemplar adulto puede
finalizar con el pescador en el hospital. Ricardo cuenta que, en Agaete localidad norteña de la isla de Gran Canaria, una morena de unos ocho kilos le
llevó parte del gemelo a un pescador llamado Isidro.
La fiereza de la pieza que se defiende
como puede cuando se ve acorralada pero, sobre todo, que es un pez carroñero
que se deja parte de las piezas que come entre los dientes, hacen que las
morenas sean peligrosas no sólo por el daño de la mordedura, si no por tener un
foco de infección entre los dientes.
Para los isleños, los mejores ejemplares
de morenas son “el macho morena”, porque tiene menos espinas. También se le
conoce como “papudo” y es el mejor ejemplar que se puede capturar en roca. Otras especies de morenas son “la pintada”;
“la negra” que tiene un par de cuernitos y la “pico-pato”. Estos tres últimos
tipos se pescan en fondo, siendo “la pintada” la mejor para comer.
La morena es un pescado blanco muy sabroso. Para limpiarla, una vez se la golpea con una piedra en la cola, o cualquier otro objeto contundente y está bien muerta, se la coge del cuello con una mano y se tira hacia abajo para que todas las espinas vayan en un mismo sentido. Luego se abre con un cuchillo, desde el culo hasta la boca. Se corta la cabeza. Se hace en rodajas, bien sea con o sin piel, hay personas que se la quita.
La zona abierta es la más codiciada para
la cocina, como ocurre con su pariente el congrio.
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