El asturiano de Llanes, PEDRO MORÁN SOBRINO, que fuese primer piscicultor del Centro Experimental de Vegas del Condado (León) se despide de su vida laboral tras casi 42 años
Gracias
a su trabajo se hicieron posibles los primeros experimentos con cruces F-1; F-2 y F-3 de truchas
salvajes de los ríos leoneses que más tarde derivaron en líneas genéticas de los propios ríos
Pescarmona
le desea feliz jubilación
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
Aún recuerdo aquellos años 80’ en León cuando se puso en funcionamiento la Piscifactoría Experimental de Vegas del Condado, en León, siendo el Jefe del servicio de pesca el ingeniero agrónomo, leonés, JAIME GONZÁLEZ. Recuerdo, especialmente, cuando a finales de aquellos años realicé un primer reportaje para Televisión de León, de otros que siguieron, sobre lo que acontecía en éste centro experimental que la Administración había puesto a funcionar con dos técnicos únicamente, piscicultor, Pedro y Esther, veterinaria.
En mi primera visita a la piscifactoría de Vegas del Condado, allá por 1985, pude comprobar cómo se trabajaba, bajo mínimos, aunque con una ilusión y ganas únicas. Los medios eran escasos y había que poner en práctica todo aquello que Pedro había conseguido lograr en su primer paso por un centro de éstas características en Asturias, su tierra natal y próximo a Llanes, “su tierra
chica”, me refiero a la piscifactoría que existió en el naciente del río Purón, río único que brota bajo las rocas de la montaña de forma impresionante formando el río que es desde su primer borbotón.
Pude comprobar, con todo tipo de explicaciones, como se anestesiaban a los machos y hembras para extraer las huevas e inseminarlas con la lecha del macho. Curiosamente, se removía el esperma con las huevas, ayudados de una pluma de ave.
Las
huevas impregnadas de semen se conservaban en aguas limpias, en unos
contenedores específicos para ello y bajo la vigilancia de empleados para ir
extrayendo a diario las huevas que se ponían blanquecinas, señal de que estaban
contaminadas de saprolegnia.
En la segunda visita a Vegas del Condado, allí continuaba Pedro, aunque la veterinaria ya no se encontraba en el Centro Experimental.
En
ésta segunda ocasión pude presentar a todos los seguidores de mi programa en Televisión
de León, como los alevines eran conducidos en bolsas de plástico grandes, con
agua y oxígeno, hacia el río Porma, donde la guardería depositaba a los
alevines, tras una pequeña aclimatación de temperaturas, para que se criasen de forma natural.
La leche que recuerdos.
Así
pude comprobar el trabajo de éste asturiano enamorado de los ríos y los peces
que ponía tanto ahínco en sacar adelante su proyecto, el proyecto de la Junta
de Castilla y León, que las 24 horas del día eran pocas.
Curiosamente, a Pedro le volví a ver en 2018, con motivo de mi participación en las conferencias y mesas redondas de las Jornadas de Pesca y Naturaleza, en el Barco de Ávila, cuando acudimos a la Aliseda de Tormes, a la Piscifactoría. Allí no me encontré sólo a Pedro Morán Sobrino, si no, también, a su hijo PEDRO MORÁN FERNÁNDEZ, que era quien se encargaba de poner en marcha este
Centro que estuvo cerrado varios años, y en el que se pretendía sacar adelante la línea genética de trucha común, linaje del Tormes. “De casta le viene al galgo”, que dicen los de mi pueblo. Ahora, su hijo, lleva la gestión de todas las piscifactorías oficiales de la comunidad de Castilla y León: Vegas del Condado (León), Aliseda de Tormes (Ávila) y Galisancho (Salamanca).
HOMENAJE
Tras
mi vivencia personal, llega el momento de desear lo mejor en la vida al nuevo
JUBILADO, porque ese júbilo llega tras casi 42 años de servicio. Enhorabuena
Pedro y felicidades merecidas y…¡a disfrutar de la vida y la familia!
Como
homenaje, les ofrecemos la propia despedida de PEDRO MORÁN SOBRINO, tal y como
me llegó a mi correo:
Buenas tardes, Carmona:
Te
pongo unas letras para comunicarte que el 19 de febrero de 2021, me he jubilado
y quería que fuera de tu conocimiento. Estoy informando a todas aquellas
personas relacionadas con mi actividad y que tuvieron momentos y etapas
compartidos mutuamente. Tengo muy buenos recuerdos de ti y siempre me has
demostrado tu afecto (es mutuo).
A
continuación, te expongo un pequeño escrito que pondré mañana en este medio a
modo de despedida para mis amistades:
“Bueno, siempre contemple mi cese, por jubilación del trabajo, como algo muy lejano, a largo plazo…y, de repente, me encuentro en dicha tesitura. La realidad ahoga al supuesto, a lo coyuntural, a la inminente y cierta posibilidad.
Sinceramente,
me encuentro, y estoy, demasiado entero mental y físicamente. Aunque la
realidad de los fríos datos es contundente e incontestable: Son 41 años, 4
meses y 29 días trabajados y cotizados.
Recuerdo
perfectamente mis inicios en este Centro Piscícola. Era un centro recién hecho
que había que ponerlo a funcionar. Lo único que me dieron fue una libreta y un
bolígrafo de Bic. Con esa “aportación” me enfrentaba a 5.000 m2 útiles de
estanques y a la cría en cautividad de la trucha común o de río.
Me voy con el bagaje de la formación y conservación de 14 líneas genéticas destinadas al estudio y repoblación de los diferentes ríos de las 9 provincias que conforman esta Comunidad Autónoma. Y me voy con la suelta, con fines de repoblación, de unas 31.000.000 unidades de trucha común autóctona.
Todo este compendio de trabajo y logros obtenidos quedan en manos de un gran trabajador y un contrastado profesional. El presente y el futuro está garantizado y habrá más logros significativos.
La
verdad, me voy completamente satisfecho de mi trabajo, de mi labor realizada,
de mi dedicación y entrega; y, por supuesto, de todos los logros alcanzados.
Hoy
toca celebrar mi cumpleaños y jubilación con sentimientos contrapuestos. Hay
que dar tiempo al tiempo sin hacerse demasiadas preguntas e intentar VIVIR la
vida que sólo dispongo de una”.
Eduardo, gracias por todo y hasta siempre. Un abrazo.
Gracias a ti, Pedro por ser además de profesional, una excelente persona. Disfruta.
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