De izquierda a derecha: Baladrón, El Viru y Pepín Fidalgo |
JOSÉ LUIS BALADRÓN FIERRO “El Bala”…
Pescador
leonés curtido en mil batallas, con muchas historias y una cámara fotográfica siempre
al hombro
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
JOSÉ
LUIS BALADRÓN FIERRO, “El Bala”, es un pescador singular a quien llegué a
conocer en El Ferral del Bernesga en el CIR, como muchos leoneses y españoles,
especialmente aquellos que en los años 70 del siglo pasado hacíamos el periodo
de instrucción como reclutas en las explanadas de “El Costerón”, comíamos
bocadillos de sardinas y bebíamos vino en botellas de litro, muy singulares, y que
llevaban el logo de VILE (Vinos de León).
Las fotos de El Bala en la mili |
Allí llegué a “distinguirle” como muchos otros porque, siempre llegaba con la cámara fotográfica al hombro, cuello, una sonrisa y las bromas clásicas de la mili.
¿Quién
no conocía a Baladrón o al Picurri en El Ferral? Creo que todos se dejaron
fotografiar para enviar los recuerdos a la familia o a la novia. A veces solos
frente a la compañía. Otras, montados en un carro de combate. Algunas en la
fuente de la entrada…
Como
pescador y ya con amistad, fue en los años 80. Después, en los 90, con el
nacimiento de Televisión de León, “La Tele de aquí”, que así se denominaba
entre “el pueblo”.
Cuando me ofrecieron un contrato en TV León para realizar el primer programa de caza y pesca, una tele en precario, me anunciaron que, los reportajes que realizase en plena naturaleza tendrían que ser de acuerdo con Fotografía Baladrón. La tele de aquí, no tenía ni cámaras para poder sacarlas del estudio y Baladrón disponía de “un buen instrumento en Betamax”, el mismo que utilizaba para los reportajes de bodas, bautizos y otros banquetes. Para mí fue una buena noticia pues conocía a Jose y a su esposa, Blanca y, además, El Bala era un pescador consumado en competiciones provinciales y otro tipo de pachangas de clubes.
Recuerdo una anécdota cuando realizando un reportaje de pesca en el río Selmo, en el coto de Sobrado, no había manera de conseguir una trucha. Al final, el bueno de Baladrón, especialista en el lance con la caña de mosca seca, que así se denominaba antes, ahora caña de sedal pesado, con siguió clavar una trucha
para poder grabar al menos una captura. Mientras el salía del agua para coger la cámara, yo me metí en ella para sujetar la caña y hacer como que había pescado el ejemplar. Pasamos mucha risa y algún apuro porque el pez llevaba demasiado tiempo con el anzuelo clavado y extenuado y, por más que movía la caña el pez parecía un palo.
Con las cosas de “la tele” conseguimos algún movimiento en la captura y, entre fotograma y fotograma, parecía una captura realmente, conseguida en el instante. Qué cosas.
Ese mismo día, en el área recreativa junto al río al lado del puente de Campo del Agua, hicimos una tertulia con pescadores de El Bierzo y de Valladolid que estaban pescando el coto. Como solo teníamos un micrófono de solapa, lo enganchamos al extremo de una caña de pescar y lo acercaba a todo el personal participante y así salimos adelante con una tertulia en plena naturaleza.
El montaje de los reportajes se realizaba en la parte posterior del negocio de fotografía donde acudía con el guion y el metraje preparado a lo largo de la semana, tras el visionado las imágenes en bruto e ir seleccionando las que interesaban. Allí mismo poníamos música y voz.
Si en algún momento llegaba un cliente, teníamos que cortar y volver a empezar porque se trataba de una mesa de montaje donde se mezclaba todo y en una única pista. Si parabas la grabación, tenías que volver a comenzarla al completo. Casi nada.
Alguna anécdota más tuvimos pero, especialmente, buenas jornadas de pesca.
Como
Baladrón tenía el negocio en Avda. de República Argentina, frente a la Joyería
Rialto y el café Viña H 2ª, allí nos reuníamos con otros pescadores: Picón,
Sabugo, Ino “el huevero”, Reglero…las tertulias eran lógicamente de pesca. Que
si patatín, que si patatán y, el caso es que todos pescaban “la leche”, el más
tonto era yo o, el más normalito. Así fue como un día acudí a pescar truchas de
kilo y más, según El Bala. Quedamos y me llevó a La Robla. Por el camino le
decía, ¿“Bala” pero donde me llevas?
Efectivamente el destino era La Robla, en el río Bernesga y el punto de partida de la jornada de pesca, a la altura de las instalaciones deportivas. Pero, “si aquí no pesca nadie porque el río sólo lleva porquería”, le decía yo. Tú, tranquilo me contestaba.
Montamos
las cañas y, por primera vez que dispuse a pescar a estrimer, algo de lo que
Baladrón era un especialista y tenía una buena caja de moscas.
No fue complicado cogerle “el tranquillo” al lance y así fue como conseguimos, efectivamente, buenos ejemplares de trucha común. La más pequeña, rozando el kilo. Menudos ejemplares. Lo malo es que eran para enseñarlas porque, comerlas daba un “poco de repelus”.
Otras jornadas de pesca las pasé en el río Esla del que era un gran conocedor y donde se celebraban muchos de los campeonatos provinciales y sociales, aunque los pescadores preferían el Porma.
En otra ocasión fuimos al Curueño, a la zona de Nocedo. Baladrón quería que realizase un reportaje a su amigo y compañero de “mili”, Avelino Sierra, que regentaba el bar Sierra de Nocedo de Curueño.
La jornada fue larga porque, además de pescar y disfrutar en la zona del balneario, comimos en el bar Sierra donde Avelino nos tenía preparada una buena “chuletada de cordero” con ensalada de lechuga y tomates de su propia huerta. Una delicia.
A los postres, El Bala montó el equipo de grabación con los micros de solapa y, a mano, Avelino Sierra comenzó a montar una mosca ahogada o leonesa. Un pequeño mandril casero, una navaja y los hilos más un plato pequeño de café donde iba colocando la pluma después de pasarla por saliva y la maña del “artista” fueron suficientes para confeccionar un “morado” con pluma mezcla de pardo sarrioso o alentejo oscuro, mezclado con indio negrisco. Nunca se me olvidará lo que me dijo: “es un mosquito que pesca bien en el río Curueño en pleno verano y cuando más calienta el sol”. Creí que me estaba tomando el pelo, pensé para mis adentros.
Realizamos la grabación completa y casi no tuvimos que retocar nada. Por el camino le comenté a Baladrón si su amigo que había tomado el pelo con la afirmación de que aquel mosquito morado pescaba muy bien en verano, cuando más calentaba el sol. Me advirtió que si lo decía él sería por algo.
Años
más tarde y pescando con un madrileño al que conozco por pertenecer a
Pescaleón, Fernando “Salmo” se lo comenté. La probó en pleno río y no daba
crédito.
Como persona, JOSÉ LUIS BALADRÓN siempre fue “un bendito”. Te ofrecía todo sin interés. Como instructor, era un guía fenomenal y como conocedor de la naturaleza “un zorro” astuto y fino como pocos.
En definitiva, una gran persona, excelente pescador y un dicharachero que hablaba más que yo, que ya es decir.
Gracias,
BALADRÓN por ese corazón y haberme dejado disfrutar de ti con muchas aventuras,
algunas incontables, pero sanas, muy sanas.
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