Mis amigos de la pesca, LUIS ALBERTO DÍAZ SUÁREZ, "Chingli el letrado"...

LUIS ALBERTO DÍAZ SUÁREZ, Chingli, “un asturiano-leonés”, letrado, defensor de las truchas y otras causas…

 

Texto y fotos: Eduardo García Carmona

 

Es asturiano de nacimiento, “carbayón” de la capital, al menos así reza en su DNI que, a muy temprana edad, salió hacia tierras leonesas, a la montaña de Boñar (León) para vivir a pleno pulmón en la naturaleza.

LUIS ALBERTO DÍAZ SUÁREZ, abogado de profesión, y de los buenos, si no que se lo pregunten a los del síndrome tóxico, apuntaba buenas maneras para la pesca desde niño. Esto, unido a las amistades en la villa de “Los Nicanores y Los Chuchos”, donde los amigos de infancia eran muchos, hace posible que el “niño de antes se doctore en el río Porma pronto”.

Comenzó a pescar con sus tíos y sólo tenía 7 años. En 1964 tuvo su primera caña, botas y el primer tirón de una pintona. Aquello le enganchó de tal manera que, se puede decir que es su afición favorita, muy pareja con el balompié o pelotón que diría Crémer, don Victoriano, en aquellas famosas “cartas a su tía Federica”.

La Venta de La Zorra, después Venta del Aldeano, a los pies de La Braña, y cerca de Tolibia, fueron lugar de juego y pesca, junto a su tío Valentín y primos.

Salir al río, pisar las piedras, oír las diferentes sinfonías naturales que nos ofrece la naturaleza, hicieron el resto.

Para Chingli, que así le llamamos los amigos, el Porma no tiene secretos y menos en la zona de Boñar.

Es un gran especialista al arte de la cucharilla y un auténtico “trotarríos” al que resulta difícil seguirle cuando sale a pescar. El mosquito ahogado es su otra pasión y no ceja en el empeño de conseguir practicar la cola de rata o sedal pesado. Ya se ha iniciado y se puede decir que se ha enganchado y, ahora, no la soltará como nos ocurrió a la mayoría.

Es un gran compañero de pesca y un excelente amigo de sus amigos. Exquisito en el trato con la naturaleza pero, abusón, en sus horas de pesca en el río. Para Chingli, las horas deben ser minutos. No se acuerda ni de parar a comer con los compañeros y, si le dejas, es capaz de pasar las 24 horas

pescando. No, no se cansa porque, además, posee una excelente forma física como buen deportista que ha sido y porque continúa conservándose para hacer lo que más le gusta después del río, meter goles con el equipo de juristas de León.

Hemos compartido grandes jornadas de pesca, cruzado “el charco” hasta La Patagonia chilena y Alaska donde pasamos grandes momentos en “nuevas tierras y ríos”. Qué grandes días y jornadas de pesca disfrutamos. Aún le recuerdo bañándose en el río Puelo (Chile), frente al logde de pesca, el

mismo día que llegamos. El logde Posada de Puelo ha sido de lo mejor que disfrutamos en muchos años así como los días de pesca en los ríos Puelo y Petrohué donde, cada jornada se pescaban salmones de 16, 18 y 20 kilos, auténticos monstruos de aquellos ríos, llamados salmones King o Chinook.

En Alaska conocimos los salvelinos, las truchas skinhead o cabeza de acero, las arco iris de gran porte y los salmones de todas las razas, aunque lo que más disfrutamos fue con los salmones plateados, especie muy similar al salmón atlántico.

Su cara curtida y su nariz singular, le dan un aire de persona noble, de pueblo, de la montaña y avispado. Su mirada fija, sin titubeos, es directa y sincera, expresiva y punzante. Es raro que frunza el ceño, pero

mejor que no. Es dialogante y sabe convencer. Es dulce y sabrosón, como los “Nicanores y Los Chuchos de Boñar”, y sabe en todo momento hechizarte con sus encantos en el trato. Es, ante todo, buena persona.

En la naturaleza y en el río se pierde para encontrarse consigo mismo. Es un “fiera cariñoso”, objetivo, sincero y, sobre todo, luchador y deshacedor de entuertos.

Un amigo verdadero que siempre estará contigo y te ofrece su casa en Felechas donde toda su pandilla hemos pasado grandes días en pleno verano y en invierno, disfrutado días espléndidos llenos de amistad, con una hospitalidad exquisita y, con una cocina personalizada, que ya quisieran los grandes chefs.

Si después de estar en Felechas en su casa, te recibe su amigo Gelo en su refugio de Valdeguida, a más de 1.200 metros de altitud, apaga y vámonos pero, para el cielo porque aquello es la gloria en la montaña próxima a Sabero.

A Chingli le conozco desde hace un montón de años gracias a amigos mutuos que teníamos en Oteruelo de La Valdoncina. Allí, con Juan Calvo, Gonzalo (Dep) y Jesús Santos comenzó una amistad que llega hasta estos días.

Fue en la bodega de los hermanos Calvo, Juan y Demetrio, donde nos reuníamos a merendar y dialogar de caza y pesca. Aunque Luis Alberto, no sea cazador, si le encantan las perdices, codornices y liebres,

pero en la cazuela. Sabe dar cuenta “culinaria” en todas éstas especies cinegéticas convirtiéndose un maestro de los fogones para los amigos.

Hemos realizado El Camino de Santiago en varias ocasiones y les puedo asegurar que caminar a su lado es una delicia aunque como no se esté bien entrenado, te puede hacer desfallecer por los sederos, vericuetos y caminos.

Con toda la pandilla, anualmente, realizan un viaje a tierras gallegas para pasar unos días en un pazo único, A Capitana, donde el marisco y el buen albariño se unen con Guillermo, amigo de Jesús, especialmente, y pescador que nos pesca las más ricas viandas del mar, preparadas en casa por la esposa.

Gracias Luis Alberto Díaz Suárez, Chingli, por la amistad y, especialmente, por saber estar en la naturaleza y con los amigos. Por derecho propio tienes un lugar destacado entre mis amigos de la pesca y más con frases como ésta saliendo de tu boca y corazón: “la pesca supone una liturgia que es un privilegio y no podemos perder y, si me apuras un poco hasta tendría que entrar como terapia por la Seguridad Social”.