El maestro, ORDOÑO LLAMAS GIL, un señor del río y la pesca
Texto
y fotos: Eduardo García Carmona
Merece
la pena salir al río, al campo, a la montaña, merece la pena salir con los
amigos, aunque sea a la esquina de casa pero si al doblar la calle te
encuentras a una de las personas más querida y admirada en esto de la pesca, lo
cierto es que la salida se convierte en gozada.
“Jugando con las flores de mi jardín”, la mejor es poder decir que he abrazado y hablado con ORDOÑO LLAMAS GIL y esa ha sido la mejor flor que he podido ver hoy.
Qué
alegría señores. Hacía muchos años que no sabía nada de este caballero, amante
de la pesca, defensor del río, del pescador, de la naturaleza pero,
especialmente de "la reina de nuestros ríos".
Ordoño,
con su magistral pluma, en todos sus escritos en los medios de comunicación, en
sus libros, aunque alguno sin publicar, ha dejado un fiel reflejo de su amor
por León y la pesca, algo directamente proporcional a su gran pasión por la
captura de la salmo Trutta Fario de nuestros ríos, aunque cada vez quedan menos
como él las vio y disfrutó caña en ristre.
Cada vez creo más en el destino. Hace unos años, Venancio Álvarez (Dep), otro gran amante de León y sus ríos, ciencia escrita y memoria única de lo que ocurría en sus orillas, sacó a relucir por internet las maravillas escritas por ORDOÑO LLAMAS GIL. Las historias que Ordoño contaba hace años aún continúan vigentes. Ese día comencé a pensar en aquel ilustre pescador al que conocí y admiré y debí de poner tantas ganas con el pensamiento que, sin quererlo, me lo encontré de narices saliendo a pescar cangrejos a una presa, junto al río Bernesga de León.
Nunca sabemos lo que nos puede deparar el destino. ¡Qué cierto!
Sinceramente, con la rodilla derecha hecha un "trapo" y a la espera, casi seguro de volver a pasar por el quirófano después de 12 días postrado en casa con la pierna en alto y compresas de hielo, mucho hielo, me he atrevido a salir al río,
que debe ser lo mío. Ayudado de "San Ibuprufeno" y mi amigo José Luis Méndez, decidimos darnos un paseo hasta Carbajal de la Legua, entrando por su carretera antigua hasta llegar al viejo molino. Cuando llegamos vimos un coche plateado aparcado a la izquierda, junto a la barandilla del molino. De él, salieron dos pescadores. Si, si, pescadores a la antigua usanza, con su traje de camuflaje, gorra, cesta de mimbre con solera, uno; el otro, con su gorra o boina madrileña, bolsa de plástico en mano y la vara dispuesta para acercarse a "retelar" la orilla de la presa del molino.
Después de comentar con mi compañero José Luis, que ya nos habían "fastidiado" la tarde y que tendríamos que irnos a otro sitio, porque se nos habían adelantado, abro mi ventanilla y, tras las buenas tardes, entablamos conversación. Ese pescador que tenía enfrente, metido en años, con barba canosa y perilla bien arreglada, le dice a su compañero, "ven para aquí un momento que te voy a presentar a Carmona. ¿Sabes quién es? A lo que su compañero le dijo que no, presentándome como uno de los mayores defensores del río y la trucha, uno de los más duros críticos y "cañero" en este mundillo de la pesca y los pescadores.
Le pregunté, ¿y tú quién eres?
Soy
Ordoño Llamas.
¡Joer, no te conocía vestido de guerrero!,
le dije.
Hacía
muchos años que no sabía nada de ti y tenía muchas ganas de volver a verte, más
después de ver el reportaje de Venancio Álvarez sobre tu libro de pesca en el
blog de Lachis.
Continuamos disertando de pesca y, como una gran mayoría de pescadores de los de antes, ORDOÑO LLAMAS GIL y su compañero, se dedican al cangrejo y el lucio porque la trucha, apuntan, hay poca y no merece la pena salir a pescarla, tal y como lo han puesto de complicado. “A nosotros nos gusta pescar la trucha y llevarla para casa y eso ahora no se puede. ¡No merece la pena salir a pescar!”
“Hombre, le dije a Ordoño, tampoco es eso. Particularmente, este año he pescado más y mejor que hace muchos años. Ahora da gusto ir a pescar truchas. Los ríos están solos y tienen mucha y de buen tamaño, aunque siempre hay excepciones.”
“Si pero, yo, no pesco
sin muerte y nos han echado del río y a mis años, ya me dirás, como para
reciclarme, me suelta este gran pensador del río y la naturaleza”.
Me
tengo que descubrir ante su personalidad y darle la razón, aunque me quede con
"un poquito", sólo.
Continuamos dialogando y haciéndonos fotografías ante el molino que, aunque está cerrado, se conserva perfectamente. Tiene tapiadas ventanas y entradas.
La
nota triste la puse en mi boca cuando le pregunté por su hijo, llamado como él,
un gran estudioso enamorado de la naturaleza como su padre.
Que
un progenitor tenga que enterrar a su hijo es un tremendo dolor y, aunque la
cara le dio un giro de tristeza a su tez con frente despejada y clara, se
repuso en décimas de segundo. Le miré a los ojos y tras sus gafas pude adivinar
la tibieza y el dolor que siente un
padre ante situación tal pero, me contó cómo había ocurrido, con toda
naturalidad.
Lo siento mucho Ordoño Llamas hijo pero, desde aquí te envío un abrazo allí donde estés y te pido que continúes guiando a tu señor padre muchos años por estos senderos de amor a la pesca, algunos por él labrados, senderos de vida, de recuerdo, de paz, sosiego y amor, mucho amor, porque sin él, la afición a la pesca no es nada para nosotros, los humanos, que no se para ti, que estás en la otra vida.
Nos despedimos después de preguntar a Ordoño Llamas Gil y su compañero para donde querían pescar, si hacia arriba de la presa o hacia abajo, que para eso estaban ellos primero.
Decidieron
ir hacia abajo del puente de la carretera, mientras que José Luis y yo, nos
fuimos molino arriba. Nos quedamos en ver a las 20 horas. El cielo estaba
encapotado con amenaza de tormenta, por lo que decidimos aprovechar un par de
horas y después marchar.
Gracias,
Don ORDOÑO LLAMAS GIL, por compartir con este humilde "juntaletras"
amante, también, del río, los peces y la naturaleza, unas horas de su precioso
tiempo pero, sobre todo, por continuar siendo quien es UN SEÑOR DEL RÍO Y LA
PESCA.



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